El enfrentamiento será una reedición de las Series de 2004. Entonces, los Red Sox buscaban acabar con una sequía de 86 años sin el gran título del béisbol estadounidense. Ganaron por 4-0 a los Cardinals y pusieron fin a la “maldición del Bambino” nacida por la venta de Babe Ruth a los New York Yankees en 1918.
Desde entonces, los Red Sox han dejado de ser un equipo perdedor. Repitieron título en 2007 y ahora, tras recuperarse de un desastroso 2012, quieren repetir ante unos Cardinals sin grandes nombres, con presupuesto moderado y que se han convertido en un ejemplo de gestión para los conjuntos medianos: es su cuarta aparición en las Series Mundiales en los últimos diez años y buscan su tercer título desde 2006.
Quizás Boston parta por delante sobre el papel para un duelo que carece de rivalidad histórica. No se enfrentan desde 2008.
A falta de batalla visceral, habrá puro béisbol, ya que se enfrentan los equipos que más triunfos lograron en la temporada regular: 97. Desde 1999 no se medían en las Series Mundiales los equipos con más victorias. Además, los Red Sox lideran las Grandes Ligas en bases anotadas con una media de 5,27 por partido, mientras que los Cardinals fueron terceros con 4,83.
“Debería ser muy emocionante”, dijo sobre el duelo Craig Breslow, relevista de los Red Sox. “Ellos tienen un gran equipo y nosotros también, así que deberían ser unas grandes Series”, añadió.
“Lo mejor es que se enfrentan en las Series Mundiales los equipos con los mejores balances (de triunfos-derrotas) y eso está bien, muchas veces no se da”, destacó John Mozeliak, manager general de los Cardinals.
El equipo de St. Louis quiere ganar el título como en 2011 y para ello se aferra al joven pitcher Michael Wacha, cuyos lanzamientos fueron indescifrables para los bateadores de Los Angeles Dodgers en la final por el título de la Liga Nacional.
“Tienen un fantástico equipo, muchos brazos fuertes y jóvenes para ir al montículo”, elogió a los Cardinals John Farrell, el técnico que en menos de un año dio la vuelta a los Red Sox.