En Maracaibo su devoción data de 1867, cuando se inició la construcción del primer templo en su nombre. Enclavada en El Empedrao, la devoción por esta “Virgen y Mártir”, desde que el presbítero José Luis Castellano instauró la festividad religiosa en su honor, llenará de parranda gaitera a su parroquia Santa Lucía.
“Ya para finales de 1667 existen documentos en la Catedral de Maracaibo, sobre la existencia de un altar dedicado al culto a Santa Lucía, esta parte de la ciudad pertenecía a la parroquia Catedral. Había un pequeño caño o sajón que de vez en cuando dificultaba el paso hacia la iglesia, templo donde podíamos acudir a los actos de fe o patrióticos, que se realizaban en Maracaibo desde el siglo XVII en adelante”, cuenta el libro de Gobierno Parroquial.
La milagrosa historia de Santa Lucía se relata en la campiña italiana de Siracusa, donde en un dramático gesto de devoción, llevó sus ojos sangrantes en una bandeja a un empeñado pretendiente antes que entregar su cuerpo y perder su virginidad; el hecho la martirizó.
Se habla de que la fecha se utiliza dentro de la iglesia católica para “la consagración del hombre a Dios”.
Maracaibo se ha vuelto ferviente a su imagen, y aunque se conocen muy pocos detalles, ya en 1830 existía dentro del orden civil una parroquia que llevaba el nombre de Santa Lucia, aunque no en lo eclesiástico.
Fue el 31 de julio de 1834 cuando un grupo de parroquianos le proponían a Velasco Ramírez erigir un templo en honor a Santa Lucía, pero pasaron los años para que la estructura gótica hecha con piedra de ojo apareciera en medio del colonial Empedrao.
En julio de 1867 se inician las obras, que finalizan en 1876. En 1877 se crea la Parroquia eclesiástica de Santa Lucía por decisión del presbítero Tomás Zerpa, quien designó como primer párroco al padre Francisco José Delgado. La bendición del templo fue en 1879 y la imagen de Santa Lucía adquirida en 1890. Ya en el siglo XX, por iniciativa del padre José Luis Castellanos Ortiz, es reconstruida completamente.
Algunos relatos históricos apuntan que al igual que La Chinita, la santa llegó a la ciudad por el lago, puesto que muchos italianos arribaron a puerto trayendo consigo sus creencias y cultos.