Las dádivas del presidente con los países suramericanos en materia de salud también incluye la entrega de 170 ambulancias a Bolivia, entre otros, mientras que los hospitales en Caracas siguen esperando por unas remodelaciones que se iniciaron en el último trimestre del 2007 y que en muchos casos están lejos de culminar.
El Hospital Vargas quizás ha sido uno de los más golpeados por la crisis del sistema de salud. Alba Cardozo, especialista del centro asistencial, lamenta que la capacidad operativa de este hospital haya disminuido de manera dramática por unas obras en los quirófanos y emergencia que no se han culminado. Recuerda que en el 2007 el hospital realizaba 1.200 intervenciones quirúrgicas al año y actualmente alcanza solo 300.
«Le seguimos regalando dinero a los demás países cuando nuestro sistema de salud está en crisis, declarado por nuestro mismo presidente en ocasiones anteriores. Además nos sorprende la desidia del gobierno ante la huelga de hambre de los universitarios y la facilidad con la que entrega el dinero a la Facultad de Medicina de la Universidad de Uruguay», comenta Cardozo.
Parte de esos 10 millones de dólares le habrían servido y sobrado a los trabajadores del hospital de niños JM de los Ríos, quienes tuvieron que cerrar el ala sur del centro asistencial por un bote de aguas negras.
De acuerdo con Yamila Battaglini, representante de la sociedad médica del hospital de niños, desde principio de año las salas de hospitalización que funcionan en el ala sur tuvieron que ser reacomodadas en otros servicios ante la contaminación. Hoy, el principal hospital de atención pediátrica de la capital, solo cuenta con 120 camas operativas, de las 450 que tenía originalmente.
«No nos cabe la menor duda que la directiva del hospital hace lo posible por mejorar el hospital, pero sabemos que están atados de manos, porque el presupuesto es limitado», dice Battaglini. Si tuvieran recursos, por ejemplo, ya hubiesen podido pagar el software que les permite interconectar a todos los servicios y así trabajar con radiografías digitales.
Los pacientes también reclaman su derecho a recibir un porcentaje de esa millonaria ayuda económica. En el servicio de VIH de El Algodonal serían bien recibidos los recursos para poder contar con baños que funcionen de verdad. «A nosotros nos mudaron para esta sala mientras remodelaban la otra, pero resulta que nos metieron en esta sala donde ni la regadera ni la poceta tienen agua, la gente tiene que buscar tobos para bañarse», comentó una de las pacientes, quien prefirió quedar en el anonimato.
De tener los recursos necesarios quizás este complejo hospitalario no estuviera funcionando al 30% de su capacidad, el edificio del hospital pediátrico que se empezó a rehabilitar en el 2007 ya se hubiese puesto en funcionamiento y los servicios de medicina interna y pediatría no se hubiesen quedado sin residentes.
Y desde el propio Hospital Universitario, Roberto Ochoa, jefe del servicio de medicina interna, recuerda que el sueldo sigue siendo una de las principales causas que alejan a los jóvenes médicos de los hospitales públicos. «Actualmente un residente gana 4.500 bolívares incluidas las guardias, con eso no pueden ni pagar el alquiler de un apartamento, si tuvieran un sueldo decente no habría tanto déficit, en eso es que deben invertir el dinero», advierte.
Precisamente por el pago deficiente, la emergencia pediátrica de Lídice solo tiene seis residentes, así que en una guardia un solo médico puede llegar a atender 90 pacientes. «Es ilógico andar regalando dinero a otros hospitales extranjeros si aquí hay hospitales como Lídice donde el déficit de médicos alcanza 50%», reclama Manuel Parra, de la sociedad médica del centro asistencial. ¿Y usted, a qué destinaría ese dinero?