Según un funcionario de Nanchang, en los últimos años el número de mendigos presentes en el Festival ha ido aumentando al punto que los visitantes al templo se siente incómodos con su presencia, lamentos y pedidos de limosnas. Así fue que este año, para asegurar la tranquilidad de los asistentes, se ha ordenado que los mendigos se ubiquen en unas jaulas de metal, a las que los religiosos pueden acercarse y dejarles, si así lo desean, alguna donación.
Según cuentan los organizadores, los mendigos se la pasaban siguiendo y fastidiando a los asistentes, quiénes se sentían molestados y acosados. La creación de un zoológico humano fue la solución que encontraron al problema.
“Los mendigos están muy cómodos en las jaulas”, declaró uno de los organizadores. “Los visitantes les dan alimentos, agua y hasta dinero. Para ellos es mucho mejor estar en las jaulas que en las transitadas calles. Y cuando se cansen, pueden retirarse y dejar la ciudad.
Como se puede imaginar, esta forma inusual de mantener a raya a los mendigos atrajo la ira de los activistas de derechos humanos. “Estas personas necesitan ayuda. No se debe permitir que se los encierre de esta manera. Son seres humanos”, expresó un miembro de una organización humanitaria. “Tratan a los pobres como animales de zoológico. ¿Qué tendrán que hacer a continuación? ¿Trucos y gracias para que los alimenten? Esto no es más que humillación pública”, finalizó el activista.
Aunque los organizadores dicen que la polémica medida fue decidida por los propios visitantes del Festival, muchos asistentes dijeron que estaban horrorizados al ver a los mendigos detrás de las rejas. Además, se quejaron de que las jaulas son tan pequeñas que los adultos ni siquiera pueden ponerse de pie en ellas.