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El nuevo cráter, que se encuentra bajo una capa de más de un km. de hielo, fue observado por primera vez en el 2006 con los radares de gravedad y subsuelo de los satélites GRACE, de la NASA.
Los datos obtenidos sobre el terreno indican que la impresionante roca espacial cayó hace unos 250 millones de años, coincidiendo con la gran extinción que tuvo lugar en la frontera de los periodos Pérmico y Triásico. Durante aquél trágico episodio, desapareció cerca del 90% de todas las formas de vida del planeta.
Su localización geográfica, al este de la Antártida y debajo de Australia, en la región conocida como Tierra de Wilkes, sugiere a su vez que el enorme meteorito también tuvo algo que ver con la ruptura del supercontinente Gondwana, creando o acelerando la falla tectónica que desde entonces empezó a empujar Australia hacia el norte.
Los paleontólogos están convencidos de que fue precisamente la gran extinción del Pérmico-Triásico la que hizo posible el desarrollo y posterior dominio de los dinosaurios, cuyo reinado en la Tierra duró cerca de 80 millones de años.
Más tarde, tras el impacto que abrió el cráter de Chicxulub, la historia volvió a repetirse. Los dinosaurios (y cerca del 70% de la vida en la Tierra) se extinguieron y dejaron el campo libre para que los primeros mamíferos se desarrollaran y tomaran el control.