El órgano del gobernante Partido Comunista reprochó a Vargas Llosa «los desplantes neoliberales, la negación de sus orígenes y la obsecuencia ante los dictados del imperio».
«No hay causa indigna en esta parte del mundo que M.V.Ll. deje de apoyar y aplaudir. Si los pueblos votaran en Estocolmo, lo habrían hecho por el Antinobel», concluyó.
Vargas Llosa mantuvo cercanía hacia Cuba hasta 1971, cuando rompió con la revolución por el encarcelamiento del poeta disidente Heberto Padilla. Desde entonces comenzó a hacer frecuentes críticas al Gobierno comunista de la isla y su líder histórico, Fidel Castro.
A partir de ese momento sus textos dejaron de publicarse en la isla y terminó su relación con la Casa de las Américas, institución cultural con la que el escritor peruano había mantenido una intensa colaboración.
Varios escritores cubanos mostraron su júbilo por un premio que consideran muy merecido, pero marcaron sus diferencias políticas con Vargas Llosa.
«Es uno de los grandes escritores actuales de la lengua y se merece literariamente el Premio Nobel, que es un orgullo, un honor, para la literatura de nuestra América, independientemente de su posición actual en el plano histórico, ideológico y desde luego de su separación inamistosa con Cuba», dijo el poeta César López, Premio Nacional de Literatura.
«No comparto, y me duele, su actitud política» dijo López, quien fue amigo personal de Vargas Llosa y con quien coincidió en estudios en la Universidad Complutense en los años 50. Ésta aleja a Vargas Llosa «de la realidad profunda de nuestro continente», estimó.