José Antonio Gil Yepes, director de Datanalisis, señaló que el 60% de los 7,8 billones de seres humanos en el mundo, unos 4,7 billones, están encerrados debido a las medidas de restricción impuestas por los gobiernos para frenar el contagio de coronavirus Covid-19, pero la protección por la enfermedad presenta un dilema porque el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que por cada mes de cuarentena, el PIB mundial caerá 3%.
“Ya se sienten los estragos del desempleo que ha crecido notablemente, sobretodo en actividades de alta absorción de mano de obra, como la construcción, turismo-transporte, restaurantes y entretenimiento. En el caso de Estados Unidos, los solicitantes de subsidio por desempleo subieron en un mes de 300.000 a 3.280.000, diez veces más. Los más afectados en este proceso son los pobres, los cuales, según el Índice de Pobreza Multidimensional de las Naciones Unidas (2019), parten de una situación que ya mostraba fuertes carencias, más allá de un bajo ingreso monetario, por falta de acceso a servicios de salud y otros servicios públicos, falta de trabajo digno y exposición a la violencia”, explicó Gil Yepes.
Agregó que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, estima que 1,3 billones de personas, el 23% de la población mundial viven en situación de pobreza multidimensional; 886 millones en países de renta media y 440 millones en países de renta baja. “Los ingresos de estos pobres multidimensionales se encuentran alrededor de 1,9 $ diarios”.
Recalcó que una de las preguntas recurrentes es cómo regresar a las actividades cotidianas, evitando los rebrotes y cuidando la salud de las personas. “Es decir, se trata de atender un dilema, entre enfermedad o hambre, no simplemente de atender la enfermedad”.
A su juicio, en el caso de Venezuela, “este dilema no está siendo atendido como tal ya que se privilegia la protección contra la enfermedad y, por lo tanto, la orden de quédate en casa; esta política no es viable en un país en el que más de la mitad de la población es informal y muchos de aquellos que están en nóminas de empresas u organizaciones formales recientemente se les ha fijado el salario mínimo en Bs. 800.000 mensuales, incluyendo bonos de alimentación”.
En ese particular manifestó que un trabajador formal venezolano obtendría US $ 4 al mes o 13 centavos de dólar al día, “o sea, el 7% de US $ 1,9 al día ya considerado catastrófico por la ONU. De lo que se desprende que se podría decir que la necesidad de los venezolanos de reincorporarse al trabajo es unas 13 veces más apremiante que el promedio de los muy pobres del mundo”.
Partiendo de estas consideraciones, el analista acotó que a Venezuela se le presenta no uno sino dos retos para regresar al trabajo: El reto de volver al trabajo de manera inteligente y ordenada que minimice las probabilidades de contagios y, sobretodo, de fatalidades; más el reto de reactivar su aparato productivo, desmantelado hasta la escasez de electricidad y gasolina.
En cuanto a las reglas para volver al trabajo inteligentemente, la primera fuente que uno debe buscar es la de la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Según esta organización, dichas reglas son las siguientes: El primer criterio es que la transmisión de la Covid-19 esté controlada (poco probable antes de un año o dos en que se pueda producir y distribuir la vacuna). El segundo, la capacidad de los sistemas de salud para probar, aislar y tratar los casos (no estamos claros ni siquiera en los tratamientos). El tercero, establecer medidas preventivas en lugares especiales para la ciudadanía, como sitios de trabajo. “En este punto es que se debe poner el énfasis si se quiere regresar al trabajo para evitar el hambre y el desempleo”; El cuarto, gestionar el riesgo de no importar casos de otros países (sí, se trata de gestionar, no de eliminar, el riesgo porque la economía está globalizada). El quinto, que estén minimizados los riesgos de un nuevo brote. Y el sexto, que toda la ciudadanía se adapte a estas nuevas normas para volver al trabajo evitando el contagio.
“Como es de esperar de un organismo de salud, estas reglas privilegian el resguardo contra la enfermedad, pero no responden lo suficiente a los retos del hambre y al de su correlativo: evitar el regreso desordenado al trabajo”.
Finalmente explicó que el regreso al trabajo depende de la importancia de la actividad económica para la sociedad y de las medidas para evitar el contagio. Las actividades más importantes son la producción de alimentos, medicinas, centros de salud, su transporte y distribución; las actividades que más aporten al PIB o mayor mano de obra requieran, como la construcción y la industria pesada. “Desafortunadamente, aquí no se puede incluir el turismo por su alto potencial de diseminación del contagio”.
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