Desde principios de febrero ha desaparecido el color rojo de las tiendas de flores y regalos, y se ha convertido en un pecado castigado por las estrictas leyes del reino wahabí.
La policía de la moral ha lanzado una campaña para “purificar” las tiendas de cualquier signo de celebración de la “fiesta del amor”, como se llama San Valentín en árabe.
Ese cuerpo, denominado oficialmente Comisión para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, sólo permite la celebración de las fiestas musulmanas del Sacrificio y del Fitr, esta última al final del mes de ayuno del ramadán, y prohíbe cualquier otra festividad que no esté mencionada en los textos del islam.
“La semana pasada quité los productos rojos de los escaparates”, dijo a Efe Samer al Hakim, vendedor en una tienda de regalos en Riad que tuvo que esconder los de ese color después de que miembros de la Comisión visitaran su local.
“Me han dado un folleto sobre una fatua (decreto religioso) que prohíbe la fiesta del amor. Han sido amables en sus consejos, pero me han advertido contra la venta de cualquier producto rojo, aunque sea un muñeco”, añadió Hakim.
Aunque estas medidas se repiten todos los años en San Valentín, a este saudí le duele que un cliente entre en su tienda para buscar una flor o un regalo adecuado para la ocasión y salga sin comprar nada.
Para otros dependientes como Ahmed, que trabaja en una floristería, la prohibición de la venta de regalos de San Valentín ha beneficiado a los comerciantes que suben los precios de los productos para el Día de los Enamorados y los venden siempre clandestinamente.
“No pueden prohibir a la gente que compre lo que quiera… La flor que vendemos por veinte riales (unos cinco dólares) en los días normales cuesta cincuenta (unos trece dólares) en esta fecha”, señaló Ahmed.
Cuando un enamorado pide a Ahmed comprar flores para su amante, este manda a uno de sus asesores al almacén, donde esconde los regalos de San Valentín, para traer al cliente lo que desee.
En tal caso, tanto el vendedor como el cliente corren el riesgo de ser castigados por las autoridades religiosas.
Sin embargo, para Ahmed el riesgo merece la pena, ya que un 30 por ciento de las ventas anuales de su tienda se realiza durante las primeras dos semanas de febrero.
Otros comerciantes optan por cerrar totalmente sus locales en San Valentín para evitar problemas con la policía de la moral.
Para Abu Faisal, agente de esa fuerza, la máxima medida que pueden tomar es cerrar la tienda que no respeta las reglas.
En declaraciones a Efe, Faisal negó que se destruyan locales o quemen los productos de San Valentín, como aseguran algunos vendedores.
Además, las personas no musulmanas sí pueden celebrar el Día de los Enamorados en Arabia Saudí, pero nunca en público.
“No intervenimos si los no musulmanes celebran la fiesta del amor en sus casas, pero si lo muestran en las calles o en un lugar público, les aconsejamos y les hablamos de la virtud”, afirmó Faisal, quien negó que la policía de la moral practique detenciones por este motivo.
“El amor es maravilloso y no se debe celebrar en un solo día. Todos los días deben ser de los enamorados”, insistió Faisal, vigilante en activo durante esta campaña contra los símbolos de San Valentín. EFE