El director del FBI, James Comey, confirmó las investigaciones adelantadas por la agencia acerca de la campaña del ahora presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y sus posibles vínculos con el Gobierno ruso para interferir en los resultados de los comicios de noviembre pasado. Durante su declaración de apertura en la primera audiencia pública realizada en el Congreso sobre el asunto, Comey dijo haber logrado autorización del Departamento de Justicia para confirmar dicha investigación.
Comey afirmó ante los congresistas que la agencia indaga sobre la naturaleza de los vínculos entre el equipo de Trump y el Gobierno ruso, y si hubo «alguna coordinación» entre los esfuerzos del Kremlin y la campaña del magnate. «Eso incluye investigar la naturaleza de cualquier vínculo entre individuos asociados con la campaña de Trump y el Gobierno ruso y si hubo alguna coordinación entre la campaña y los esfuerzos de Rusia», señaló el jefe del FBI en su declaración de apertura a la comisión.
El director del Buró Federal de Investigaciones (FBI) agregó que la investigación también examinará si se cometió algún tipo de crimen, en relación a las filtraciones de los correos del Comité Nacional Demócrata (DNC) y el jefe de campaña de la entonces candidata presidencial del partido, Hillary Clinton, John Podesta. Aunque dada la delicadeza de la investigación y el hecho de que aún esté en curso Comey no pudo responder a muchas de las preguntas de los congresistas por cuestiones de seguridad, también advirtió que la filtración de ciertos documentos pueden llevar incluso a una pena de 10 años de prisión.
El demócrata de más alto rango del Comité, el representante Adam Schiff, dijo que aún no se sabe si los rusos contaron con ayuda de algún ciudadano estadounidense para interferir en las elecciones, «incluyendo a las personas asociadas con la campaña Trump». «Mucha gente del personal de la campaña de Trump, incluido el propio presidente, tienen vínculos con Rusia y con los intereses de Rusia, lo cual, desde luego, no es un crimen», indicó Schiff. «Por otro lado, si la campaña de Trump o cualquier persona asociada con ella ayudara o estimulara a los rusos, no sólo sería un delito grave, sino que representaría una de las traiciones más impactantes en la historia de nuestra democracia», agregó Schiff.
Por otro lado Comey aseguró no poseer información que apoye las acusaciones de Trump contra su predecesor, Barack Obama, sobre un presunto pinchazo telefónico ordenado por el exmandatario en la Torre Trump de Nueva York. «No tengo información que apoye esos tuits», dijo Comey, en alusión a los mensajes de Trump divulgados hace semanas en la red social Twitter para acusar a Obama de intervenir sus comunicaciones. «Ningún individuo en Estados Unidos puede ordenar la vigilancia electrónica de nadie, tiene que pasar por un proceso de solicitud», explicó el director del Buró Federal de Investigaciones (FBI), quien agregó que el Departamento de Justicia tampoco tiene constancia de ninguna prueba que pueda respaldar las acusaciones de Trump.
Trump lanzó esa acusación contra Obama el pasado 4 de marzo a través de Twitter y todavía no ha presentado ninguna prueba para respaldarla. «¡Terrible! Acabo de enterarme de que Obama tenía mis líneas pinchadas en la Torre Trump antes de la victoria. No se encontró nada. Esto es ¡McCarthyismo!», dijo entonces Trump al aludir a la «caza de brujas» liderada por ese senador ultraderechista durante los años cincuenta. El mandatario equiparó su denuncia al escándalo del Watergate que acabó en 1974 con la presidencia de Richard Nixon.
Pese a que Obama ha negado rotundamente las acusaciones a través de un portavoz, Trump se ha mantenido firme y el pasado viernes, durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca junto a la canciller de Alemania, Angela Merkel, dijo que ambos tenían «algo en común»: haber sido espiados por orden del expresidente. El comentario de Trump fue una referencia a la revelación en 2013 de que un teléfono móvil de Merkel fue intervenido por la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU (NSA) entre 2002 y 2012, un periodo que incluye parte de las presidencias de George W. Bush y de Obama.