Se trata de unas obras que costarán varios millones de dólares y que suponen para los dueños un «reto demasiado complicado», según explicó al rotativo neoyorquino Paul Brounstein, miembro de una de las tres familias de origen húngaro que compraron conjuntamente el famoso hotel en 1946 y que integran su consejo de administración.
Según Brounstein, la decisión de poner a venta el edificio se debe a que los propietarios discrepan sobre cómo dirigir el Hotel Chelsea debido a cómo asumir el coste de las reformas y cómo llevar su gestión en adelante.
«La manera en la que queremos dirigir el hotel no es necesariamente la manera en que funciona el mundo de los negocios», afirmó al diario ese propietario, quien detalló que «el consejo pensaba que debería dirigirse de una forma más corporativa», pero que él «no coincidía con esa filosofía».
Brounstein espera ahora que los nuevos dueños modernicen el hotel porque el barrio de Chelsea ha cambiado «y es anacrónico que el hotel no cambie también».
El célebre edificio de doce plantas de altura se convirtió en hotel en 1905, una época en la que el barrio de Chelsea, en Manhattan, era el centro de la vida bohemia y teatral de la ciudad.
«Gracias a su larga lista de famosos residentes y huéspedes, el hotel tiene una historia bastante ornamentada, tanto por haber alojado el nacimiento del arte moderno como por haber sido el hogar del mal comportamiento», explica la página web del propio hotel.
Durante una temporada, el cantautor estadounidense Bob Dylan vivió en ese hotel, donde escribió numerosas canciones, y además el pintor Andy Warhol, padre del Pop Art, grabó allí una película de cine experimental llamada «Chelsea Girls».
Entre los rumores que ha provocado que el icónico edificio tenga un aire de mito se encuentran que allí murió de congestión alcohólica en 1953 el escritor galés Dylan Thomas o que uno de los componentes del grupo de punk inglés Sex Pistols, Sid Vicious, apuñaló a su novia en una de las habitaciones en 1978.
El edificio, situado en la calle 23, cuenta con más de 18.000 metros cuadrados y alberga además del hotel y los apartamentos, el restaurante de comida española «El Quijote» y una famosa tienda de guitarras.