Estudio revela que los cigarros con saborizantes son ‘más adictivos’

Los ingredientes que aumentan la atracción por los cigarrillos «light» y «con bajo contenido de alquitrán» reforzarían la adicción sugiere un nuevo estudio.

Los autores revisaron más de 7 millones de documentos de la industria del tabaco para determinar cómo se utilizan aditivos conocidos como pirazinas y halló que esas sustancias se incorporaron a los productos cuando los consumidores rechazaron en los años 60 los primeros cigarrillos «con bajo contenido de, alquitrán» sin sabor.

El estudio aporta, así, nueva evidencia de que las tabacaleras le habrían agregado pirazinas a los cigarrillos para sostener la adicción, según dijo Maciej Goniewicz, del Instituto de Oncología de Roswell Park, en Buffalo, Nueva York.

Las pirazinas también estimulan el placer a través del gusto, el olfato y la visión. «Los fumadores asocian esas experiencias placenteras con el cigarrillo y eso va reforzando la adicción», indicó.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por su sigla en inglés) estiman que fumar es la principal causa de muerte evitable. El tabaquismo potencia significativamente el riesgo de desarrollar enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular (ACV) y cáncer pulmonar, además de favorecer la aparición de tumores en cualquier otra parte del cuerpo.

Los fabricantes de cigarrillos comenzaron a comercializar los productos «light» y «con bajo contenido de nicotina» después de un informe en Estados Unidos que fue un hito en 1964 al describir los riesgos del tabaquismo para la salud.

Las tabacaleras a menudo describen esos productos como opciones más saludables que el cigarrillo común, según indican informes de los CDC.

Estos centros también aclaran que no existe un nivel de exposición al humo de tabaco libre de riesgos ni un cigarrillo que sea seguro. En Estados Unidos ya no se pueden utilizar términos como «light», «bajo» o «suave» para promocionar cigarrillos.

En la revista Tobacco Control, el equipo de Hillel Alpert, de la Facultad de Salud Pública de Harvard, exploró la historia de aditivos como las pirazinas y la información de los productores sobre cómo esos ingredientes actuarían en el cerebro para reforzar la adicción de los cigarrillos.

Los autores hallaron documentos que demuestran que las tabacaleras incorporaron las pirazinas específicamente para atraer a los consumidores.

Los escritos también revelan que las empresas tenían evidencia de que las pirazinas podrían provocar respuestas cerebrales que reforzarían la adicción al cigarrillo para que los consumidores fumen más.

Alpert no hizo comentarios sobre el estudio. Irina Stepanov, investigadora especializada en cáncer y

salud ambiental de la University of Minnesota, en Minneapolis, explicó que los fumadores no pueden evitar las pirazinas porque están presentes en todos los productos de tabaco a la venta.

Estos aditivos mejoran el sabor y el aroma del cigarrillo y reducen la «dureza» del humo, lo que permite que los fumadores inhalen más profundamente y reciban más nicotina, según agregó la especialista. «Eso solo refuerza la adicción al cigarrillo», indicó.

Las pirazinas también aumentan la presencia de dopamina en el cerebro. La dopamina es una sustancia química que regula las sensaciones de placer.

«El caso de las pirazinas se suma a hallazgos previos de que los cigarrillos «con bajo contenido de alquitrán» no son más seguros que las versiones tradicionales. Todos los cigarrillos son adictivos y dañinos», dijo Stepanov. En otro estudio publicado en la misma revista, un equipo detectó que aumentar la edad mínima para comprar cigarrillos a los 21 años desalentaría el tabaquismo en la adolescencia. Los autores compararon las tendencias tabáquicas en más de 16.000 estudiantes secundarios de Needham, en Massachusetts, que es la primera ciudad de Estados Unidos que elevó esa edad mínima en el 2005, y de 16 ciudades vecinas.

En el período 2006-2010, el tabaquismo se redujo del 13 al 7 por ciento en los estudiantes de Needham, pero sólo del 15 al 12 por ciento en los del resto de las comunidades.

«La mayoría de los especialistas coincide en que es una combinación de estrategias lo que tendrá más impacto, pero nuestro estudio demuestra que elevar la edad mínima para comprar cigarrillos a 21 años desalentaría el tabaquismo juvenil», dijo Shari Kessel Schneider, director de este segundo estudio.