Trabajar, tal y como aseguraba aquella canción, es una lata. La inmensa mayoría de las personas no encuentran prácticamente ningún beneficio, más allá de un posible salario alto, en sus trabajos.
La motivación brilla por su ausencia y son muchos los que sueñan con abandonar en algún momento próximo su puesto de trabajo, pero quieren hacerlo para no volver.
Pero esto no es así para todo el mundo. Aunque te cueste creerlo hay personas que se sienten realizadas con su actividad laboral. Y no es que ganen un pastón o sean millonarios y trabajen por hacer algo y estar conectados con el mundo real, qué va.
Su trabajo puede marcar una diferencia en el mundo y hace que la vida de otras personas sea mejor
El psicólogo Barry Schwartz ha indagado a fondo en “Ted” acerca del grado de compromiso y satisfacción que algunos trabajadores que sienten hacia sus profesiones, y parecer ser que las más agradecidas y en las que las personas se sienten mejor tratadas se alejan bastante del puesto de jefazo en una empresa moderna como Google jugando al futbolín o de ser un deportista de élite millonario que acude día sí y día también a los saraos del momento.
“Aprenden cosas nuevas que les ayudan a desarrollarse tanto a nivel laboral como personal. Y lo más importante, se sienten satisfechos porque encuentran que lo que hacen tiene un valor significativo: su trabajo puede marcar una diferencia en el mundo y hace que la vida de otras personas sea mejor”, explica el experto.
1. Celador de hospital
“Luke trabaja como conserje en un gran hospital universitario. Cuando describe su trabajo no dice nada acerca de la responsabilidad o de la atención que tiene que prestar a los pacientes y familiares.
Explica que tiene una larga lista de tareas que incluyen “recoger la ropa limpia” o “suministrar los aseos con los productos necesarios”, pero no menciona nada que incluya la interacción con otro ser humano”, describe el autor.
Se veían a sí mismos jugando un papel importante en una institución cuyo objetivo es velar por el cuidado y bienestar de los pacientes
El celador buscó objetivos extraoficiales en su puesto de trabajo: aliviar el sufrimiento y acompañar a las personas en momentos tan complicados fueron sus máximas.
Y no es el único. La investigación llevada a cabo por Wrzesniewski y sus colegas descubrió que otros muchos homólogos de Luke habían asumido e interiorizado algunas de esas metas como propias de su puesto pese a no formar parte del trabajo en cuestión.
2. Fabricante de alfombras
Hace unos veinte años, Ray Anderson, el fallecido fundador de la mundialmente exitosa marca de alfombras Interface, se retiró “con más dinero del que él o sus herederos podrían gastar”, recuerda Schwartz. Fue entonces cuando el empresario se dio cuenta de que su compañía de textiles estaba envenenando el medio ambiente.
“Así que decidió transformar todos los procesos de fabricación de Interface con el objetivo de llegar a emisiones cero en el año 2020”, relata el experto en psicología. Como cabría esperar, este compromiso para frenar la contaminación costó una importante cantidad de dinero “pero él estaba dispuesto a sacrificar los beneficios económicos para lograr el bien social”.
Los empleados de Interface estaban motivados ante la oportunidad de poder trabajar por el bien común
En el año 2013, dos años después del fallecimiento de Andersen, se había reducido el consumo de energía a la mitad, utilizaban energías renovables y disminuyeron la cantidad de residuos a una décima parte.
No sólo eso, la satisfacción del empresario internacional era compartida por sus propios trabajadores: “Los empleados de Interface estaban tan motivados ante la oportunidad de poder trabajar por el bien común y se sentían tan desafiados por la necesidad de encontrar sistemas innovadores y soluciones creativas para los procesos de producción, que su trabajo se volvió mucho más eficiente. La fuerza de la visión compartida de la compañía alentó a la colaboración y la cooperación entre todos”, explica Schwartz.
3. Peluquero
“Es cierto que las personas que trabajan en Interface no salvan vidas pero están dentro de una misión para salvar el planeta. Sin embargo, pocos de nosotros podemos encontrar una vocación tan noble en lo que hacemos”, reconoce Schwartz, aunque plantea en su libro que puestos de trabajo como fontaneros, pintores, soldadores o camareros también es posible que se sientan verdaderamente satisfechos con los su quehacer diario.
La peluquería es uno de los pocos lugares de nuestra sociedad en lo que tienes permiso para tocar a las personas. Es un encuentro muy íntimo
“Los peluqueros con los que habló Rose estaban orgullosos de sus conocmientos y se deleitaban con la complejidad de un acto tan aparentemente simple como cortar el pelo. Pero también estaban orgullosos de su capacidad para comprender, hablar y manejar a la gente. Aseguraban que esa era una parte esencial de su trabajo, y hacerlo bien podría influir directamente en mejorar la calidad de la vida de las personas a las que atienden”, comenta el experto.
Con información de El Confidencial