Lo llaman la ‘pata de elefante’ y es capaz de matar a cualquier ser viviente en no más de 300 segundos.
Según describe Kyle Hill, escritor independiente de artículos científicos, este objeto nos recuerda hoy, a más de 29 años de la tragedia de Chernóbil, lo mortíferamente peligrosa que puede resultar la energía nuclear. Se trata de un conglomerado único de residuos radiactivos, que fluyó desde la sección activa del reactor de la funesta central y se depositó en los subsuelos del complejo atómico.
Fue descubierto en diciembre de 1986, cuando un equipo de científicos rusos bajó hasta el corredor subterráneo del reactor número cuatro, en donde se topó con una masa de alta radiactividad, con más de dos metros de espesor. Por su fisonomía, fue inmediatamente bautizada como la ‘pata de elefante’.
Según registraron los sensores de radiación, era absolutamente imposible acercarse al conglomerado residual sin morir en el intento (el trabajador que puede verse en la foto junto al objeto, murió luego de la exposición al mismo). Por eso, el equipo ruso fabricó un trípode con ruedas para fotografiar la masa radiactiva desde una cierta distancia. El trabajo de los expertos permitió saber que la radiación de la parte más caliente podía hacer sangrar a una persona que se expusiera tan sólo dos minutos a la ‘pata de elefante’; causarle vómitos, diarrea y fiebre, si la exposición fuera de cuatro minutos; y morir dos días después, tras exponerse cinco minutos (300 segundos).
La ‘pata de elefante’, además de combustible nuclear, está conformada por hormigón, arena y piezas de la cubierta del reactor. Todo ello se derritió y filtró hacia el subsuelo de la central nuclear en forma de un conglomerado, similar en aspecto a la lava volcánica. Aún hoy, casi tres décadas más tarde, el compuesto fundido todavía irradia calor, además de mortífera radiactividad. Si alcanzara las napas de agua subterránea, causaría un catastrófico escape de sustancias radiactivas hacia las lagunas más próximas.
Fuente e Imagen: Scientific American, RT