Hace una década las viviendas que allí permanecen debieron ser desalojadas y demolidas. La advertencia era cierta. Este domingo en la noche lo comprobaron las cuatro familias que vieron cómo se derrumbaban parcial y completamente las cuatro casas.
«Yo no tengo días haciendo diligencias, llevo años tratando de conseguir un lugar con ese informe que nos dieron, pero no he conseguido absolutamente nada», dijo María Pérez, quien lleva 39 años viviendo en el sector y cuya casa resultó parcialmente afectada. Las columnas quedaron al descubierto, pues el terreno que las sostenía cedió por completo.
En su casa reside junto a su hijo y otra hija, su yerno y dos nietos. Desde ayer recibe a su tercera hija y sus dos hijos en el limitado espacio, pues la casa de ella -ubicada a pocos metros de distancia- se derrumbó.
«Siempre que llueve me vengo a donde mi mamá, porque no puedo dormir con esa angustia. Gracias a Dios que estábamos con ella, porque nos hubiésemos ido con casa y todo hacia abajo», relata Jennifer Crespo, quien apenas logró salvar su cama. El resto de sus pertenencias quedaron tapiadas.
Desde la ventana de Katiuska García se observa el despeñadero. Ella, junto a su esposo y sus tres hijos -uno de ellos de tres meses de edad- salieron corriendo apenas escucharon el estruendo que generó el deslizamiento. Las bases de su vivienda quedaron en el aire.
«Eso sonaba horrible, como si fuera un volcán, como una explosión. Yo sentía que me iba a morir de los nervios. Las autoridades están esperando que haya muertos para venir y ayudarnos», criticó Pérez, en vista de que hasta horas del mediodía la comisión de Protección Civil (PC), única con capacidad para desalojar y enviar a los afectados a un refugio, no se había presentado en el lugar.
Jersis Lizarazo, vecina afectada, señaló que una comisión de PC del Distrito Capital se presentó en el lugar a las 3:00 pm. Los funcionarios presentes le advirtieron que son las autoridades de Libertador, a través del Instituto Municipal de Gestión de Riesgos y Administración de Desastres, las encargadas de gestionar el desalojo y ubicarlos en refugios. «Lo único que nos recomendaron fue tener cuidado», contó Lizarazo.