“Un partido que se jacta de un universo de 6 millones 676. 618 inscritos con derecho a voto; que se supone vehiculo del fervor y la mística nada menos que de una revolución; en el cual votar es obligatorio so pena de que agarre al renuente una suerte de Lista Tascón al revés, tal como amenazó Ameliach; que cuenta y utiliza con total impudicia y desparpajo la plata y los vehículos del gobierno, no podría considerar un éxito ni siquiera 30% de votantes”, criticó Petkoff.
Esto es lo que escribe hoy Teodoro Petkoff:
A golpe de una de tarde una periodista radial de una emisora chavista en Carúpano, fingiendo entusiasmo, pregunta a un votante: “¿Qué le parece la exitosa jornada que estamos llevado a cabo?” El compañero responde que es muy malo eso de que el gobernador y el alcalde hayan puesto autobuses para acarrear a sus votantes. La periodista no lo deja terminar y aborda a otro compañero, esperando quizás una respuesta menos desabrida.
En una radio chavista caraqueña un historiador que se identifica como “viejo comunista” explica que las primarias permitirán deslindar los campos entre los “verdaderos revolucionarios” y los oportunistas que se han enriquecido, robando con el disfraz de revolucionarios.
A las 2.30 de la tarde, fuentes del CNE, donde a pesar de no estar manejando el proceso, se sabe todo, informan que la participación ronda el 20%.
Esa cifra, en elecciones primarias para cualquier partido político sería muy aceptable. En cualquiera, menos en el Psuv. Un partido que se jacta de un universo de 6 millones 676. 618 inscritos con derecho a voto; que se supone vehiculo del fervor y la mística nada menos que de una revolución; en el cual votar es obligatorio so pena de que agarre al renuente una suerte de Lista Tascón al revés, tal como amenazó Ameliach; que cuenta y utiliza con total impudicia y desparpajo la plata y los vehículos del gobierno, no podría considerar un éxito ni siquiera 30% de votantes.
Al relativamente bajo nivel de participación se añade el hecho de que los candidatos por lista serán seleccionados por el dedo atómico de Chacumbele y aquellos de los elegidos en primarias que no le cuadren a Su Eminencia podrán ser sustituidos por “suyos” con entera facilidad, ya que no sólo en las mesas electorales los candidatos no tenían testigos sino que tampoco los tienen en el centro de totalización, de modo que los votos que cada quien obtuvo son un secreto que le permitirá a Chacumbele manejar los resultados a placer.
Por otra parte, la atomización de las candidaturas (tres mil y pico) y el no reconocimiento de tendencias internas, coloca a los candidatos a la merced de la única tendencia reconocida, la de Chacumbele. Y todavía hay necios que sostienen que el Psuv es “más democrático que los partidos de oposición porque hace primarias en todos los circuitos”. Es verdad, hubo primarias en todos los circuitos, pero Chacumbele juega con dados cargados.
Candidatos serán los que él decida. ¿No quedó Diosdado de suplente en las elecciones para la dirección del Psuv y Chacumbele lo subió a principal? ¿Cómo explicar la apatía de la militancia oficialista sino como consecuencia del desencanto que embarga a millones de venezolanos, que ahora ven a Chacumbele como El Sepulturero de la esperanza que una vez abrigaron? Un partido que blasona de revolucionario y tiene el gobierno en la mano no puede darse el lujo de que dejen de votar cuatro de cada cinco de sus inscritos -o en el mejor de los casos, dos de cada tres. Las campanas están doblando. ¿Sabrá Chacumbele por quién doblan?
¿Y LOS SIETE
MILLONES?
TalCual
Teodoro Petkoff