En primer lugar, dice, porque no cubre al total de los trabajadores. Sólo una pequeña minoría recibe salario mínimo.
En segundo lugar porque al ser decretado en dos porciones pierde los efectos deseados. Ya en septiembre será sal y agua
Luego el monto no cubre las necesidades impuestas por la inflación más alta de América Latina.
De acuerdo al último informe del Banco Central la acumulación de la inflación para marzo de este año ronda el 27,4%, mayor que el aumento anunciado (15% el 1 de mayo y 10% en septiembre).
La inflación acelerada está vinculada al desenfreno en el gasto público, ineficiente por lo demás que sube, coincidencialmente, en épocas electorales, a la vista en lo que queda de este año y el próximo.
Precisamente, los expertos estiman que la principal medida para frenar la inflación es el control del gasto público.
Sobre todo ahora que los precios del petróleo, estimulados por los sucesos del Oriente Medio y la inestabilidad política en esa región, se elevan considerablemente, sobrepasando los 100 dólares por barril.
La situación económica de la familia venezolana exige más bien un aumento general de sueldos y salarios entre 30 y 40 por ciento.
A partir de la devaluación del Bolívar a comienzos de 2011 en un 100 por ciento, se duplicó el costo de la canasta básica alimentaria. El anuncio de este aumento chucuto se convierte en pitos y flautas.
El Gobierno debe ocuparse de mejorar las condiciones económicas del país, estimulando la producción, atrayendo inversiones y disminuyendo las importaciones, que al ser pagadas en dólares, elevan el costo de los productos que vienen del exterior que ya son muchos.
Mendoza estima que para una mejora de la economía nacional, deben revisarse algunos factores como las estatizaciones indiscriminadas, el discurso que desestimula la inversión privada, que ha decaído visiblemente, y el control de cambios y precios, entre otras variantes.
No solamente mejorando las condiciones de la economía, Chávez sigue en deuda con el pueblo y su calidad de vida.
El gobierno no ataca con decisión y firmeza la inseguridad, el alto costo de la vida, el desempleo, la corrupción y el desabastecimiento como los principales males que agobian a la familia venezolana, concluye Enrique Mendoza.