Me gusta ese título pretencioso, lo retomo de Lenin, a quien alguna vez lo leí con ansiedad, justo cuando el socialismo era un sueño y no la pesadilla que terminó siendo. Obviamente quiero advertir que en estas horas terribles que vive el país se hace necesario escribir y hablar en serio.
Quiero que empecemos por lo primero: el país está en crisis, decir esto es buenísimo, porque cuando la gente lea esta sentencia seguramente van a decir. “Este tipo es un guevo, este tipo si sabe” y es que hablar de la crisis es como utilizar una llave maestra: abre todas las puertas.
Es una crisis general, Uds., dirán: coño, este tipo sabe algunas vainas, pues aunque todos sabemos esto hay que tener bolas para decir lo que es una cosa de dominio público: sí señor, estamos ante una crisis económica, política, socio normativa, una crisis estructural que ha movido toda la base histórica de la sociedad donde todos los sectores la sufren.
Es una crisis terminal, que bien pudiera tener una salida mediante la recuperación de la democracia, no en los términos de lo que había, pues el chavismo no es un paréntesis que se abrió con Chavez en 1998 y va a cerrase con Maduro más temprano que tarde, para luego recuperar lo que había, pues si algo ha caracterizado el chavismo es que refundó el orden social, solo que en el proceso destruyó lo que había y sólo construyó un des-orden que ha provocado un profundo desencanto o puede terminar en una dictadura plena sin disimulo, como la que actualmente nos gobierna.
En segundo lugar, la sociedad, dada la crisis, requiere urgentemente que alguien se haga cargo de las demandas de encanto por la construcción de un nuevo orden social que la gente se hace. Ojo, siempre ha habido alguien en ese sentido, siempre ha habido un salvador, es más, todos se han asomado ya como salvadores y se puede decir con justa razón que ojala que esa especie no termine por imponerse de nuevo pues de salvadores el país está harto. De hecho, el último salvador de la patria la volvió caca.
Por tanto el problema estaría en un proyecto colectivo de país, y no en la voluntad de un solo hombre, aunque a los venezolanos siempre les ha gustado guindarse de los testículos del hombre de poder, quien siempre termina cancelando la política o confundiendo de tal manera la política con el poder que piensa que el único que puede hacer política es él y nadie mas
Es necesario recuperar la política, no como el arte de lo posible, esa es una monserga instrumentalista que nos ha hecho daño, pues a su sombra es que han tenido éxito, precisamente los Chávez, los Maduro y unos cuantos dirigentes de la oposición, sobre esta concepción es que puede concebirse a un presidente como Maduro
El concepto de política que necesitamos recuperar es el de la política como interacción, que nos brinde la posibilidad de confiar en los otros, verlos como adversarios y construir con esos otros acuerdos y pactos, sobre principios y procedimientos, pues una democracia sin sus formalidades no es democracia
En tercer lugar, reconocer que la derrota del actual gobierno no se logra mediante un triunfo militar. La negociación es fundamental inclusive con la FANB, si aparece un Larrazábal II como dice el padre Ugalde, bienvenido sea, pero esa salida a mí en lo personal me da culillo, pues con un militar siempre se corre el peligro de que la Fuerzas Armadas pretendan tutelar la transición democrática.
En cuarto lugar, debe desactivarse todo los enclaves autoritarios que el chavismo instaló en la sociedad venezolana (los colectivos armados y otras organizaciones paramilitares) y que ha producido la peor crisis socio-normativa de la sociedad venezolana desde la guerra federal.
En quinto lugar, la transición debe hacerse con el mismo aparato constitucional del chavismo (lo que los chilenos llamaron “transición continua”) inicialmente y, luego, orientarse hacia una reforma constitucional que re-institucionalice el país que funde las nuevas bases de legitimación del nuevo orden.
Hay otras consideraciones, pero lo dejo para la semana que viene pues el espacio se ha terminado.
@RojasyArenas