La propina
En estos tiempos se hace difícil que al finalizar un almuerzo, por ejemplo, uno le dé al mesonero que le sirvió la comida una propina más o menos decente (no vayan a creer que “decente” es sinónimo de grande) después de haber pagado un 10% por el servicio. Digo yo, que soy profesor jubilado de la universidad, con un sueldo incapaz de comprar un frasco de Senecot, para evitar el estreñimiento. Pero ese no era un problema para Diego Salazar, el primo de Rafael Ramírez. Dieguito como lo llamaba su mujer cuando estaban recién casados se topó un día cualquiera, cuando salía de un lujoso hotel europeo, con el empleado cuya cara ya le era familiar de tanto verlo en su habitación recogiendo las sábanas y las almohadas y el papel toilette de los baños.
Agradecido por tanta servidumbre, Diego Salazar, “el primo”, no encontró mejor manera para hacerle notar su agradecimiento que darle una propina, esa si más que decente, de 99.980 euros.
Algún tiempo después, cuando todo era celebración de otros millones defraudado al país, Salazar entre lágrimas y maldiciones se entero que aquel día, por mano suelta y por la echonería clásica del vivo venezolano, fue el día de su perdición.
Yo soy ladrón
Si, es verdad, yo soy responsable de haberme chupado, cogido, tomado, pillado ¿1000 millones de dólares?, no, mucho más. Digamos que 4 mil millones de los verdes norteamericanos, país al que le estoy muy agradecido de paso. Lamento lo que hice, le pido perdón a mi familia, a los caballitos que compré con lo espalillado al tesoro, al BANDES y hasta PEDVSA (los caballitos no tienen la culpa… pobrecitos quizás que harán con ellos), al país entero también le pido perdón, aunque quiero comunicarles que no fui el único que metió la mano en el tesoro nacional, allí también están tesoreros de PDVSA, banqueros, por carajazos, de bancos , tanto públicos como privados, bancos de inversión extranjeros, empresarios, gobernadores, ex gobernadores, figuras del alto mando militar y… tengo que decirle algunos miembros de una familia muy prominente del llano venezolano (especialmente una muchacha que hoy vive y es funcionaria en Nueva York).
Les confieso que me siento muy mal, especialmente, porque ahora me llaman Alejandro “El tuerto” Andrade, como si fuera un delincuente cualquiera. Coño, yo no me cogí dos reales fueron millones, trátenme con más respeto. Pero me siento peor, porque no me ha quedado más remedio que entregar nombres y nombres de gente que está metida hasta el cuello por lo mismo que me han acusado y metido 10 años de prisión. Pero si lo suelto me hubiese metido 27 años.
Como Uds. pueden observar en estas declaraciones del “Tuerto” Andrade, nunca antes una fortuna había costado un ojo de la cara.
Iván “El terrible”
Sus misas, dicen sus feligreses, era buenísimas, ¡que entusiasmo! ¡Que entrega! El hombre arengaba en nombre de Jesus y lo mejor, me decía una de sus más viejas seguidores que no se perdía una misa de 5 a 6 todos los días y la de 8:30 a 9:30 de la mañana, las de 11 a 12 del mediodía y otra vez de 5 a 6 de la tarde todos los domingos, le daba el abrazo de la paz a todos y a cada uno de los asistentes. Y cuando cantaba “Hosana, ¡Hosaaana!, ¡Hosaaaana! ¡oh, Señor!” la gente se emocionaba, los jóvenes que siempre lo rodeaban lloraban. Que misa, que cánticos. La estrella no era Jesús, no era la iglesia de más de 2000 años, no era la homilía del día, ni las lecturas, ni las famosas cartas de Pablo de las que nadie tiene noticias de que hayan sido respondidas. La estrella era el padre Iván Merino. El alfa y omega de las misas de la capilla de una comunidad que costeo su propio templo.
Lo jodido es que la comunidad, formada por pacíficos ciudadanos, de misa y confesión se ha divido. Léase bien, hay gente de la comunidad que lo disculpa, porque, siguiendo a San Anselmo, la mujeres, en este caso, una niña de 12 años y, en general, “toda la feminidad es un designio oscuro, una decisión incomprensible del altísimo, la mitad maléfica del hombre…”, en realidad, el padre Iván es un tipo buenazo, dicen los que lo disculpan…bueno.
El caso es que si la niña es esto o lo otro es lo de menos. Es una niña de solo 12 años y el es un carajo de 37 años, con eso solo hubiera bastado para superar la tentación del “encariñamiento reciproco que dio lugar a otra cosa, incluyendo caricias”. Es que además el es un “pastor” de la iglesia que seguramente fue elegido para dirigir el rebaño, solo que él opto por comérselo.
La iglesia ha desmentido que el llego a Venezuela castigado por un caso similar en España, de ser cierto porque carajo lo mandaron a Venezuela y no al Congo con el perdón de los congoleses.
@RojasyArenas