La revista Forbes calificó a Oimiakón, con 2.300 habitantes, de la región de Sajá (Yakutia) como el mayor de los tesoros de Rusia para los amantes del ‘turismo profundo’, aquel más alejado de las rutas viajeras convencionales.
En esa ciudad se registró la temperatura más baja del hemisferio norte, –71,2°, en 1926, según publica el medio ruso www.rt.com, y es el lugar habitado más frío del planeta.
El invierno dura 9 meses y los peces se congelan en solo 30 segundos luego de haber sido sacados del río y se guardan en los sótanos de las casas al igual que la leche, que jamás es líquida y la gasolina de los autobuses se solidifica si se apaga el motor.
Los habitantes se mantienen con una dieta a base de carne de reno y de caballo. Según los médicos, la razón por la que no sufren de nutrición es por la cantidad de micro-nutrientes en la leche de esos animales.