Según cifras oficiales, entre Caracas y Miranda unas 40 mil 401 personas permanecen refugiadas en centros de estudio.
«Nos mandaron a prepararnos. Que las personas tengan puesta la ropa del día y el resto en la maleta», cuenta César Negrín, uno de los coordinadores del albergue. Una mezcla de alegría y tristeza experimentan algunos de los damnificados. «Aquí la comida nunca ha faltado y logramos organizarnos para las labores de limpieza, pero no sabemos como nos irá en el nuevo refugio», cuenta Wilmer Castillo.
En las escuelas de Antímano se barajan varios opciones para reubicar a las familias. Las instalaciones de Fuerte Tiuna, la base aérea de La Carlota o un edificio en El Paraíso perteneciente al Ministerio de Agricultura y Tierras.
En la escuela Nicanor Bolet Peraza, en la avenida principal de Ruperto Lugo, le dijeron a Omaira Rivero que el día viernes serán trasladados a las carpas de la base aérea. «Nos preocupa como serán las condiciones allí y esperamos que sea una solución transitoria», dijo uno de los afectados.
A Albert Alejos y a las 31 personas del barrio San Isidro que se encuentran con él en la escuela Juan Vicente Lara de Altavista nada les han dicho sobre desocupar el centro educativo. También esperan la orden, los damnificados de los ocho centros educativos habilitados como refugios en el sector Santa Ana de Carapita.
En esa zona, está la escuela Miguel Otero Silva, que tiene una matrícula de 2.300 niños. «En este albergue hay 288 menores y la mayoría estudia aquí», explica Eddy Mendez, coordinador del refugio. Se prevé que las 159 familias que allí viven sean trasladadas a La Carlota o a Fuerte Tiuna.