«Nuestra prioridad es invitar a nuestros colegas del hemisferio y Chile está en el hemisferio», dijo Lucena a los periodistas al confirmar que las autoridades electorales del país austral estarán incluidas entre las 150 que serán invitadas formalmente para actuar como observadoras de los comicios del próximo 26 de septiembre.
En el pasado «hemos ido a Chile a compartir con nuestros colegas de los avances que ellos tienen», principalmente «en materia de registro civil», y a la vez «nosotros hemos dado nuestro aporte en el avance que hemos tenido en garantías, pulcritud, limpieza y eficacia del sistema electoral venezolano», remarcó la funcionaria.
El Senado de Chile puso hace dos semanas en duda el sistema electoral de Venezuela al pedir a organismos internacionales adoptar «una actitud más vigilante con el cumplimiento de normas básicas por parte del Gobierno venezolano que aseguren la integridad y la transparencia electoral» en los comicios que renovarán la Asamblea Nacional (AN, unicameral).
Además, el Senado de Chile resolvió enviar como observadores a Venezuela a algunos de sus senadores, lo que generó el rechazo unánime de los poderes Electoral, Legislativo y Ejecutivo venezolanos.
El Gobierno del presidente Chávez puso fin al asunto el pasado 18 de julio, cuando instó al Ejecutivo chileno a «esforzarse por mantener vivo el espíritu de la buena convivencia» tras exigirle «respeto absoluto a la soberanía de Venezuela y al funcionamiento democrático de sus instituciones».
Tales expresiones estuvieron contenidas en un texto de la cancillería de Venezuela que irrumpió como colofón de una serie de comunicados, acuerdos y declaraciones de autoridades e instancias de ambas naciones sobre el asunto.
Previamente, la presidenta de la AN, Cilia Flores, llamó «pinochetistas estúpidos» a los senadores chilenos, en tanto que Chávez les pidió no ser «ridículos» ni sembrar dudas sobre la limpieza del proceso electoral, algo que ni siquiera han hecho sus opositores internos.
También los acusó de formar parte de quienes «apoyaron el golpe» de Augusto Pinochet en 1973 contra el entonces presidente chileno, Salvador Allende, y destacó que la disputa no tuvo «nada que ver con el pueblo chileno ni con el Gobierno de Chile» y se preguntó: «¿Pero qué se creen que son estos senadores? ¿Qué creen ellos que es este país, una cancha de bolas?».