El yogur búlgaro, tiene varias facetas ya que sirve dealimento, medicamento, desintoxicante, elemento dietético y afrodisiaco.
En 1905, el búlgaro Stamen Grigorov, con apenas 27 años de edad, asistente de la Cátedra de Bacteriología de la Universidad de Ginebra (Suiza), descubrió la base científica de la producción del yogur que se genera de forma natural al cuajarse la leche de oveja o de vaca. Además se dio cuenta que una bacteria provoca la fermentación de la leche y con ello las cualidades provechosos del producto, que en Bulgaria se conoce como kiselo mlyako, (Leche agria).
Grigorov estudió e investigó en la Universidad de Ginebra bajo el patrocinio del bacteriólogo Leon Massol, quien rápidamente se dio cuenta del enorme talento de su estudiante. “La bacteria está en las hierbas que las ovejas pastan. Y eso se debe en gran parte a las condiciones climáticas favorables en nuestro país”, cuenta la presidenta de la fundación “Stamen Grigorov” y nieta del científico, Yulia Grigorova.
Cuando los animales comen hierba común, la bacteria llega a su leche y es cuestión de simple tecnología convertirlo en yogur. Una tecnología que ya manejaban en la antigüedad de forma rudimentaria los habitantes de Bulgaria.
Muchos científicos del mundo han confirmado y comprobado las maravillosas cualidades del yogur, siendo éste un alimento básico que también ayuda a perder peso. Además, el yogur tiene efectos favorables para los diabéticos y disminuye los daños que causa la quimioterapia a los pacientes de cáncer.