El grupo de profesionales trabajaron sobre un grupo de ratones a los que se les proporcionó una dieta con alto contenido de grasas, acompañada por ácido acético-principal componente del vinagre- durante unas seis semanas. Otro grupo de roedores, por su parte, recibió la misma dieta sólo que acompañada con agua.
Tras finalizado el período de prueba los investigadores encontraron que ambos grupos efectivamente habían aumentado de peso, sólo que los del primer grupo (los del vinagre) lo habían hecho hasta en un 10 por ciento menos.
Los expertos explicaron que esta circunstancia puede haberse debido a que el ácido acético inhibe la acumulación de grasas, triglicéridos y otros lípidos en el cuerpo. Esta sustancia propiciaría la expresión y el trabajo de los genes relacionados con la oxidación de las grasas, especificaron los autores.
De este modo, gracias a una mayor actividad de estos genes, el organismo degradaría químicamente las grasas con más efectividad y excretaría las grasas extras en lugar de acumularlas.
Pero esto no sería todo: el vinagre también colaboraría en el control de la presión arterial y los niveles de azúcar en sangre. Históricamente, este líquido derivado de la fermentación del vino y de la manzana se ha empleado desde hace siglos en la medicina popular.
Entre sus usos, se ha utilizado para reducir la hinchazón en el piel ante la picadura de ciertos insectos o en el tratamiento de heridas, entre otros.