Texto cortesía de El Sol de Margarita
El tiempo no perdona al pueblo, ahora las construcciones y el descuido de bañistas y habitantes hacen mella en una playa que reclama le sea devuelto su espacio en el municipio Díaz.
Desde el lunes, el mar tomó más de 40 metros de la costa. El fuerte oleaje y la subida de la marea provocó que el agua, en un “dos por tres”, llegara hasta las casas y fue cuando Domingo Rodríguez, habitante de esa zona, junto otros hombres agarró palas y picos para “destapar” la salida de la laguna, y así evitar que inundara las rancherías de los pescadores.
Los habitantes de El Yaque aún no salen de su asombro. Luego de las cuatro de la tarde, el patio de la casa de Grisalida Zabala se convierte en un “acuario gigante”, y desde unas escaleras observa los peces nadar sobre la franja de la arena donde horas antes su hijo corría.
La noche del martes fue una de las más ajetreadas. Zabala narró que los hombres salieron con el agua a media pierna a “rescatar” los toldos, para no perderlos, sin embargo, no tuvieron mucha suerte. Las ráfagas de viento dañaron algunas sombrillas.
Desde abril de 2011 los residentes de ese sector discrepan con el Ministerio de Ambiente, la Alcaldía y la Gobernación. El 28 de septiembre, el director general de Infraestructura de la Gobernación, Vaché Rodríguez, aseguró que la próxima obra que iniciará, bajo lineamientos de Minambiente, sería el enrocado del muelle-espigón desde la orilla, a una distancia aproximada de 12 a 15 metros.
Pero la condición actual de la playa impide que la Gobernación ejecute el trabajo. Rodríguez reveló que los representantes del Ministerio buscarán la asesoría de un experto en costas para plantear una respuesta que estabilice el balneario.
La dinámica de vida en ese espacio natural mutó. Ahora los pobladores dejaron de lado el turismo y comercio, y retomaron las artes de pesca porque ya no hay costa para alquilar toldos, ni turistas a quien venderles alimentos.