El mercado venezolano, otrora el mejor de América Latina, sufrió un impacto enorme por las regulaciones, la imposición de diversos trámites burocráticos y, más recientemente, por las escasas y lentas liquidaciones de divisas, necesarias para que distribuidores, importadores e incluso operadoras, puedan colocar un Smartphone “tope de línea” en sus vitrinas.
Esta realidad obliga a los empresarios a tomar decisiones pragmáticas. Deben comprar equipos que tengan salida rápida. Es decir, que se vendan en poco tiempo y en números los suficientemente altos como para garantizar el retorno de la inversión y la colocación de más equipos.
Por ello la oferta se ha visto dramáticamente reducida. El impacto que tuvieron para el mercado nacional los subsidios y estrategias comerciales de las operadoras, se estancaron al mínimo posible. Esto ha traído consecuencias lamentables. Si bien no hay cifras oficiales (ninguna operadora suelta prenda), se estima que la oferta de celulares en Venezuela se redujo 70%; algunos analistas se atreven a llevar la cifra a 90%.
Esta disminución ha golpeado primero al segmento tope de línea. No hay ofertas de Galaxy S5, como tampoco del iPhone5S, el HTC M8, el BlackBerry Z30. Los pocos equipos que se consiguen se adquirieron en el mercado gris, a precios exorbitantes. Por ejemplo, un Galaxy S5 se vende a 70 mil bolívares, y un BlackBerry Z30, el más barato de la categoría, en unos 50 mil bolívares. Precios que están por lo menos 10 veces por encima de un salario mínimo.
En este contexto, de poca oferta, hay otras variables de peso que el consumidor debe considerar. Si están dispuestos a adquirir un equipo “tope de línea” debe primero garantizarse que haya en el mercado servicio técnico, accesorios y repuestos. De no tener garantizada esa oferta, le aconsejamos no comprarlo.
Si sufre un accidente, por ejemplo, se rompe la pantalla, ¿podrá vivir el suplicio de no encontrarla?
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