Estas conversaciones entre responsables de los ministerios de Finanzas y de Empresa reflejan la preocupación creciente del gobierno sobre las posibles consecuencias de un desplome de BP, precisa el diario sin citar fuentes.
«No está claro cuán mal se van a poner las cosas pero el gobierno necesita estar preparado para cualquier eventualidad», dijo una persona cercana a las discusiones citada por el diario.
El rotativo precisó que el primer ministro británico, David Cameron, y el secretario de Energía Chris Huhne deben hablar del futuro de BP con representantes del gobierno estadounidense durante un viaje previsto a Washington el próximo 20 de julio.
Otra persona cercana al caso declaró al diario que se barajó el tema de si -en caso de circunstancias extremas- el gobierno debía intervenir para salvar a BP, que era el mayor grupo británico antes de perder la mitad de su valor desde el comienzo del vertido provocado por una de sus plataformas a fines de abril.
Esto provocaría un plan de rescate similar al que se adoptó para los bancos en el peor momento de la crisis financiera mundial.
El Financial Times indicó por su parte el miércoles que aunque BP está interesado por el apoyo de nuevos inversores, y en particular de los fondos soberanos de los estados del golfo Pérsico, BP no tiene intención de emitir nuevas acciones.
BP reveló el lunes que lleva ya gastados más 3.120 millones de dólares, una factura en alza de casi 500 millones respecto a la semana anterior.
Privatizado en 1987, el grupo emplea a 10.000 personas en el Reino Unido y controla importantes activos energéticos, como el sistema de oleoductos que une medio centenar de campos de petróleo y de gas en el mar del Norte.