Albergar unos Juegos es algo por lo que suspiran las principales ciudades de todo el mundo, pero en la práctica la realidad es a veces más duro de lo que parece y puede conllevar pérdidas económicas importantes o problemas para dar nuevos usos a las instalaciones o infraestructuras construidas.
Las palabras “huella”, “legado” o “herencia” han estado muy presentes en las intervenciones públicas de los responsables olímpicos y los políticos locales durante los preparativos.
“Londres puso el nivel muy alto en cómo dejar un legado duradero. Se pueden ver ya los resultados en la gran regeneración del este de Londres”, dijo recientemente en una rueda de prensa el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Jacques Rogge.
El cambio más visible para la capital británica se produjo precisamente en esta zona este, la del barrio de Stratford, que fue elegida como el corazón de los Juegos, como forma de rehabilitar una zona tradicionalmente depauperada y deprimida de la ciudad, que venía pidiendo inversiones desde hacía tiempo.
Tanto el anterior gobierno laborista de Tony Blair y luego de Gordon Brown, como el actual conservador de David Cameron, han apostado fuerte por los Juegos como forma de impulso económico y no como fuente de pérdidas, como en anteriores ediciones.
“El movimiento olímpico está ya dejando en Londres una gran huella. La podrán ver y notar también las próximas generaciones. Nos hemos preocupado de que el legado no se limite a las instalaciones deportivas, sino que sirva para dar vida al deporte del Reino Unido en muchos años”, explicó Cameron.
En una intervención pública, subrayó además los cambios experimentados por la ciudad en lo que se refiere a su red de transporte: “Se construyeron o mejoraron las estaciones de metro y tren de Londres. Ahí está el ejemplo de King’s Cross o Stratford, dos de las más utilizadas durante los Juegos”.
En esas instalaciones, la joya de la corona es el estadio Olímpico, para el que podría darse un nuevo uso como recinto para fútbol, para evitar que caiga en desuso y se infrautilice en los próximos años.
En el caso del pabellón de básquetbol, un deporte secundario en el Reino Unido, se desmontará después de los Juegos, para evitar el efecto de que la Villa Olímpica sea después un ‘cementerio de elefantes’.
En los Juegos de verano más recientes, las experiencias no han sido especialmente positivas, especialmente en el caso de Atenas-2004, cuyos fastos contribuyeron a la actual situación límite de la economía nacional, como admitió el propio COI.
“Podemos decir con franqueza que los Juegos de 2004 tuvieron su importancia (en la mala situación de la economía griega). Si ves la deuda exterior de Grecia, de un dos a un tres por ciento pueden ser atribuidos a los Juegos”, declaró Rogge a finales de 2011 en una entrevista con el diario Kathimerini.
En el caso de Pekín-2008, la fortaleza de la economía china no se vio afectada de esa forma, pero el país ha tenido serios problemas para reconvertir su proyecto olímpico en algo útil para la ciudad.
El estadio ‘Nido de Pájaro’, una maravilla arquitectónica que fue el símbolo del evento, apenas ha tenido uso, salvo eventos secundarios como dos Supercopas italianas.
En 2015 se disputará allí el Mundial de atletismo, otro gran evento puntual, que sólo mitigará temporalmente la sensación de abandono. En 2017 será curiosamente el Olímpico de Londres el que acoja ese mismo evento.
El ‘Cubo de Agua’ pequinés, donde Michael Phelps hizo historia colgándose ocho oros, también registra pérdidas y sigue sin encontrar un uso alternativo y continuo.
Londres se ha obsesionado con evitar problemas de ese tipo, pero cuando finalicen los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, la ciudad se enfrentará a la realidad de vivir la resaca ‘post Juegos’, con todos los desafíos que ello conlleva.
AFP