Victoria épica, pues De Clerq hizo en solitario los últimos 6 kilómetros de ascenso y no fue alcanzado de milagro en la meta situada a las puertas del santuario de Montevergine por el italiano Michele Scarponi (Lampre) por tan solo unos centímetros. Las fuerzas se le agotaron justo cuando certificó su primera victoria como profesional. Nada menos que en el Giro de Italia, cuando acaba de cumplir 24 años.
Los favoritos optaron por no gastar fuerzas en el primer test del Giro, pensando en la última y decisiva semana de montaña, por lo que no hubo erupción alguna en la primera cima de la presente edición. Algunos pelearon por las bonificaciones, como Scarponi, que aceleró al final por la etapa y se conformó con pescar 12 segundos, mientras que el checo Roman Kreuziger (Astana) sumó 8 con la tercera plaza.
No hubo pelea en la tierra de lobos, de bosques impenetrables. Ni un aullido, cero emboscadas. La jerarquía de la carrera rosa optó por el plácido peregrinaje hasta la cima. Fueron los anónimos los que salieron a la pista, los que atacaron por alcanzar la gloria, y De Clerq, cuyo dorsal no conocía nadie, el encargado de sorprender a todos.
Los candidatos al podio de Milán entraron juntos, todos con el mismo tiempo de 2h.54.47, en una jornada que se cerró a 37,7 kilómetros hora. En los últimos años no se establecieron diferencias en la cima de Mercogliano y este año tampoco. Garzelli (Acqua e Sapone), cuyo equipo trabajó a fondo en toda la etapa, dio paso a Nibali, «Purito» Rodríguez, Contador, Arroyo, Menchov e Igor Antón. El único que cedió tiempo, fuera de su mejor momento, fue Carlos Sastre, a 21 segundos del ganador.
De esta forma, el holandés Pieter Weening (Rabobank) logró mantener la ‘maglia’ rosa, con 2 segundos de ventaja sobre el bielorruso Konstantin Sivtsov y el italiano Marco Pinotti, ambos del Columbia, en puestos de podio desde la contrarreloj por equipos que abrió el Giro en Venaria Reale.
El francés Le Mevel también resistió en la cuarta plaza y en la quinta aparece Michele Scarponi, el único que luchó por algo en la etapa, a 14 segundos de Weening. Pablo Lastras (Movistar) le sigue a 22 segundos y Nibali y Contador continúan con su marcaje particular dentro del ‘top ten’ separados por 6 segundos. En el Etna se volverán a ver las caras.
La etapa fue rápida y explosiva, lanzada desde la salida en Maddalone, otra ciudad elevada sobre una colina, al pie del Monte San Michele. Una fuga en el kilómetro 23 que incluía al campeón de Italia, Giovanni Visconti (Farnese), Montaguti (AG2R) Canuti (Colnago), Pineau (Quick Step) y Bak (Columbia), encendió los ánimos y disparó el promedio inicial a los 46 kms/hora.
Ritmo elevado en el pelotón bajo la batuta del Rabobank, obligado por el liderato de Weening, y del Acqua e Sapone de Stefano Garzelli, entregado en las labores de caza e interesado en buscar la etapa.
La Serra della Strada (2a, km 66) no fue obstáculo para que los aventureros siguieran viviendo de la ilusión, pues pasaron por la cima con una ventaja de 2,10 minutos, pero no resistieron el empuje del pelotón, que los terminó devorando a 12 kilómetros de la meta, aunque el danés Bak opuso cierta resistencia.
Por delante, la parte más dura del puerto que enfilaba hacia el santuario de culto y peregrinaje para devotos de todas las partes de Italia. El Acqua e Sapone volvía a trabajar en cabeza, imponiendo su marcha. Los favoritos, encantados de la vida, sin gastar fuerzas. Era el momento de los anónimos con arrojo.
Salió De Clerq a 6 kilómetros de la cima. Montevergine de Mercogliano es un puerto tendido que no hace estragos, aunque incluye pendientes del 10 por ciento. El belga sumó 25 segundos de ventaja y nadie le volvió a ver el pelo hasta la meta. Trataron de amargarle la fiesta el venezolano Carlos Ochoa (Androni) y el italiano Stefano Pirazzi (Colnago), pero claudicaron entre la multitud.
Solo quedaba rascar las migas de las bonificaciones. Los Lampre arrancaron, Scarponi se fue a por De Clerq y, cuando parecía que le iba a pasar por encima, la raya de meta ya había designado vencedor al joven del Pharma. Fue quien arriesgó y lo buscó. El lobo italiano no se comió al cordero belga.
Mañana se disputa la octava etapa, entre Sapri y Tropea, de 217 kilómetros de larga llanura y sin dificultades orográficas. Oportunidad única para los esprinters la víspera de la etapa del Etna.