Los esfuerzos del vicepresidente Omar Suleiman para iniciar un diálogo con los manifestantes fracasaron luego del fin de semana. Los organizadores juveniles de las protestas temen que el gobierno quiera efectuar cambios superficiales e insuficientes y se niegan a negociar antes de la renuncia de Mubarak, informó AP.
En todo el país estallaron huelgas -de algunos centenares de personas en cada caso- de trabajadores de la electricidad, agricultores y empleados de museos, en protesta por los bajos salarios, la escasez de pan o la corrupción de los administradores.
La mayoría de las medidas parecían responder al malestar obrero que emergía en medio del alzamiento generalizado, mientras que algunos huelguistas amenazaron con plegarse al movimiento centrado en Tahrir.
En El Cairo, cientos de trabajadores se concentraron frente a la compañía eléctrica estatal para exigir la renuncia del director, coreando: “¿por qué sigues ahí?, arruinaste nuestras vidas”. Decenas de empleados de museos se concentraron frente al Consejo Supremo de Antigüedades y rodearon agresivamente a su titular Zahi Hawass cuando salió a hablar con ellos.
Los trabajadores “se sintieron motivados a comenzar las huelgas cuando supieron sobre la fortuna de miles de millones que ha amasado Mubarak y su familia”, dijo Kamal Abbas un líder obrero. “Dijeron: ‘¿cuánto tiempo más tendremos que callarnos?”‘.
En un alarde de impaciencia creciente, Suleiman emitió una advertencia enérgica que suscitó temores de represión. Dijo a los directores de diarios egipcios el martes por la noche que podría haber un “golpe” si los manifestantes se negaban a negociar.
Insinuó que Egipto no estaba preparado para la democracia y dijo que una comisión integrada por jueces, en su mayoría leales a Mubarak, presentaría su proyecto de reforma constitucional para someterla a referendo.
La declaración acentuó el escepticismo generalizado en cuanto a sus intenciones.
“Amenaza con imponer la ley marcial, lo cual significa que aplastarán a todos en la plaza”, dijo Abdul-Rahman Samir, vocero de una coalición de los cinco principales grupos juveniles que organizan las protestas en la plaza Tahrir. “¿Pero qué hará con el resto de los 70 millones de egipcios que nos seguirán?”, agregó.
Suleiman está generando “una situación desastrosa”, dijo Samir. “Estamos en huelga y protestaremos y no negociaremos hasta que Mubarak renuncie. Quien quiera amenazarnos, que lo haga”, añadió.
Casi 10.000 personas se concentraron en Tahrir el miércoles, en el 16º. día de las protestas. A pocas cuadras, otras 2.000 cerraron los accesos al parlamento y exigieron su disolución. Efectivos militares se apostaron en los jardines.
Por primera vez, los manifestantes convocaron enérgicamente a realizar huelgas, a pesar de la advertencia de Suleiman.
Unos 8.000 manifestantes en la provincia austral de Assiut bloquearon la carretera principal y el tren a El Cairo con troncos de palmera encendidos para reclamar por la escasez de pan y exigir la caída del régimen.
Cuando el gobernador, escoltado por la Policía, fue a hablar con ellos, apedrearon su vehículo y le rompieron las ventanillas antes de que pudiera huir. Los manifestantes dijeron que se unirían al movimiento en Tahrir.
Unos 300 habitantes de barrios pobres de Port Said, sobre el Canal de Suez, incendiaron partes de la gobernación y varias motos, en protesta por la falta de viviendas dignas. La Policía no intervino y los manifestantes se instalaron en la Plaza de los Mártires con carpas similares a las de Tahrir.
Los egipcios entraron en cólera cuando supieron los reportes de prensa sobre que la familia de Mubarak ha acumulado miles de millones y quizá cientos de miles de millones de dólares en riquezas, mientras que, según cifras del Banco Mundial, casi 40% de los 80 millones de habitantes del país vive debajo la línea de pobreza con dos dólares al día.
“Mubarak, dinos de dónde sacaste 70.000 millones de dólares”, gritaban decenas de manifestantes frente al ministerio de salud.
En el oasis de Kharga, al suroeste de El Cairo, cinco manifestantes han muerto en dos días de disturbios, según autoridades de seguridad. La policía abrió fuego contra cientos de personas que incendiaron y atacaron una estación de la policía el martes para exigir la salida del jefe de seguridad de la provincia.
El ejército también se vio obligado a acordonar varios edificios gubernamentales y prisiones, mientras que el miércoles fue despedido el jefe de seguridad, según autoridades que hicieron estas declaraciones bajo condición de permanecer en anonimato pues no tenían autorizado hablar con medios de comunicación.
Según la organización Human Rights Watch, con sede en Estados Unidos, unas 300 personas han muerto desde que comenzaron las protestas, pero todavía falta actualizar estas cifras.
A pesar de todo, las autoridades trataban de mantener una imagen de control y las pirámides de Giza reabrieron a los turistas el miércoles tras permanecer 12 días cerradas, pero pocos fueron a visitarlas.