Poco después del anuncio, la televisión pública, citando a una fuente militar, afirmó que las fuerzas armadas habían rechazado la dimisión. Pero el ministro de Información, Osama Haikel, citado por la agencia oficial Mena, declaró luego que el ejército aún no se había pronunciado.
Sin embargo el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), en el poder en Egipto desde la caída de Mubarak en febrero, convocó una reunión de urgencia.
El CSFA “llama urgentemente a todas las fuerzas políticas y nacionales al diálogo para examinar las causas que han agravado la crisis actual y los medios para salir de ella cuanto antes con el fin de preservar la paz nacional”, señala en un comunicado.
El gobierno presentó su dimisión al CSFA ante “las circunstancias difíciles que atraviesa actualmente el país”, anunció su portavoz Mohamed Hijazi, citado por Mena.
Entretanto, en la plaza Tahrir, decenas de miles de manifestantes seguían gritando “El pueblo quiere la caída del mariscal” Husein Tantaui, a la cabeza del consejo militar, y dirigente de hecho de Egipto.
“Está bien. Ahora es el CSFA el que debe dimitir y responder de sus actos ante nosotros”, reaccionó Tarek Sabri, un profesor de 35 años.
Esta dimisión se produce cuando falta una semana para las primeras elecciones legislativas desde la caída de Mubarak, expulsado del poder por una revuelta popular el 11 de febrero.
Los enfrentamientos hacen temer que los comicios, de varios meses de duración, se vean salpicados por episodios violentos.
Según el ministerio de Sanidad, 24 personas murieron y varios cientos resultaron heridas durante los choques de los tres últimos días, sobre todo en la plaza Tahrir de El Cairo, epicentro de la revuelta popular de este año.
El descontento va en aumento. El consejo militar es acusado de querer mantenerse en el poder, de incumplir sus promesas y de proseguir con la política represiva de la era Mubarak.
Varios grupos egipcios, como la Coalición de los Jóvenes de la Revolución y el Movimiento del 6 de Abril, convocaron una manifestación masiva para el martes a las 16H00 (14H00 GMT) en la plaza Tahrir para reclamar la formación de un “gobierno de salvación nacional”.
Decenas de diplomáticos egipcios pidieron “el final inmediato de los ataques contra los manifestantes pacíficos”.
En la capital murieron 21 personas por impacto de balas o por asfixia como consecuencia de los numerosos disparos de granadas lacrimógenas por la policía, según el responsable de una morgue. Un hombre había muerto el sábado en Alejandría (norte).
El ministerio del Interior acusó en un comunicado a los manifestantes de haber lanzado cócteles molotov y disparado con escopetas contra las fuerzas de seguridad causando 112 heridos entre sus filas. Además dio cuenta de “116 alborotadores detenidos en El Cairo, 46 en Alejandría y 29 en Suez”.
Al mismo tiempo, la Liga Árabe llamó a la calma y a trabajar por el “cambio democrático”.
En la plaza Tahrir, la policía seguía disparando contra los manifestantes, que respondían lanzando piedras.
El ejército se ha comprometido a traspasar el poder a los civiles tras la elección de un nuevo presidente, pero no se ha fijado una fecha para elecciones presidenciales.
Las Fuerzas Armadas, reticentes a cambiar el calendario electoral, dicen “lamentar” la violencia y llaman al gobierno a reunirse con las fuerzas políticas para acabar con ella.
La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, y Ban Ki-Moon, secretario general de la ONU, pidieron que se “respeten los derechos humanos”.
Francia, Reino Unido, Alemania, Italia y Estados Unidos expresaron su preocupación por los hechos.