Estados Unidos y Cuba restablecerán este lunes sus relaciones diplomáticas y abrirán embajadas en las respectivas capitales después de medio siglo de enemistad, un hito que el canciller cubano, Bruno Rodríguez, marcará con una visita histórica a Washington y una reunión con su homólogo John Kerry.
Siete meses después de que los presidentes estadounidense, Barack Obama, y cubano, Raúl Castro, sorprendieran al mundo con el anuncio de un proceso de acercamiento bilateral, los dos gobiernos pondrán fin a décadas de hostilidad con la reapertura de las embajadas y la reanudación de las relaciones diplomáticas que rompieron en 1961.
Rodríguez asistirá a la reapertura de la embajada de Cuba, un edificio construido en 1917 a unos tres kilómetros de la Casa Blanca y que ahora acoge la Sección de Intereses cubana en Washington, una representación diplomática de bajo perfil que los dos países instalaron en las respectivas capitales en 1977.
Su visita será la primera con carácter oficial que hace a Washington un ministro de Exteriores de Cuba desde 1959, según el Gobierno cubano.
La delegación que preside Rodríguez la forman 30 personas, incluidos exdiplomáticos y representantes de sectores como la cultura, la educación, la salud, la ciencia, las organizaciones de masas del país y el Consejo de Iglesias de Cuba; entre los que estarán el cantautor Silvio Rodríguez y el historiador Eusebio Leal.
La futura embajada en Cuba ha invitado a unos 500 estadounidenses, entre ellos legisladores y representantes del Gobierno de EE.UU. como la secretaria de Estado adjunta para Latinoamérica, Roberta Jacobson.
En la ceremonia presidida por Rodríguez se izará la bandera cubana frente al edificio, se desvelará una placa que identificará a la mansión como la embajada de Cuba y el ministro pronunciará un breve discurso.
A primera hora de la tarde, Rodríguez se reunirá con el jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry, en el Departamento de Estado.
Será su segunda reunión oficial, después de la que se produjo en Panamá en vísperas de la Cumbre de las Américas en abril, que en ese momento marcó el encuentro de mayor nivel entre los Gobiernos de ambos países desde 1958.
El componente histórico en esta ocasión estará en la propia visita a Washington de Rodríguez, que nunca ha estado en la capital estadounidense, y en la conferencia de prensa que dará junto a Kerry después de la reunión, la primera conjunta de un secretario de Estado y un canciller cubano en más de medio siglo.
Mientras que la apertura de la embajada cubana en Washington se celebrará por todo lo alto, la misión estadounidense en La Habana cambiará de estatus sin grandes festejos, según adelantó el Departamento de Estado.
Estados Unidos aplazará la ceremonia hasta que Kerry visite La Habana, un viaje aún sin fecha fija que marcará la primera parada en Cuba de un secretario de Estado estadounidense desde 1945.
«No habrá ninguna bandera ondeando en la embajada estadounidense en La Habana hasta que el secretario de Estado acuda a oficiar la ceremonia. No hay ningún requisito legal para izar la bandera» el día de la apertura, dijo un alto funcionario estadounidense, que pidió el anonimato, en una conferencia de prensa el viernes.
No obstante, a partir de mañana, la que hasta hoy es la Sección de Intereses estadounidense en Cuba comenzará a funcionar como embajada, lo que supondrá un cambio de rango en el personal que trabaja allí, según el Departamento de Estado.
Los actuales jefes de las secciones de intereses de Cuba, José Ramón Cabañas, y de EEUU, Jeffrey DeLaurentis, pasarán a ser encargados de negocios mientras ambos gobiernos nombran a sus respectivos embajadores.
Pese al restablecimiento de las relaciones diplomáticas, EEUU y Cuba tendrán aún temas pendientes en su proceso de normalización, que, según reconocen ambos lados, no podrá cerrarse hasta que se levante el embargo impuesto a la isla en 1962, algo que solo puede hacer el Congreso estadounidense.
Otros asuntos pendientes son los diálogos sobre derechos humanos, sobre telecomunicaciones y sobre tráfico de personas, además de las conversaciones pendientes sobre los reclamos de compensación económica de ambas partes y la solicitud de Washington de extraditar a algunos fugitivos buscados por la Justicia estadounidense.