Ni la petición de clemencia del papa Francisco pudo evitar su ejecución.
Tampoco la frenética actividad de su equipo de abogados, que en las últimas horas presentaron hasta tres apelaciones ante la Corte Suprema de Estados Unidos para detener la condena.
Kelly Gissendaner se convirtió en la madrugada del martes al miércoles en la primera mujer en ser ejecutada en el estado de Georgia (Estados Unidos) en 70 años.
Es además la decimosexta mujer que recibe el máximo castigo en todo el país desde que la Corte Suprema de EE.UU. reinstaurara la pena de muerte en 1976.
Su conversión a la fe cristiana y su buen comportamiento en la cárcel no fueron suficientes para salvarle la vida.
Ejecución por inyección letal
Kelly Renee Gissendaner, de 47 años, fue ejecutada a las 12:21 de la madrugada del miércoles (04:21GMT) con una inyección de pentobarbital en la prisión estatal de la ciudad de Jackson.
Gissendaner fue condenada en febrero de 1997 por la muerte de su esposo, Douglas Gissendaner, si bien el crimen lo perpetró su amante, Gregory Owen.
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Image caption La seguridad del centro penitenciario de Jackson fue reforzada en las horas previas a la ejecución.
Owen, que fue quien apuñaló a Douglas hasta la muerte, aceptó un acuerdo con la fiscalía y testificó contra Gissendaner. Fue sentenciado a cadena perpetua por su implicación en el crimen y a partir de 2022 puede optar a la libertad condicional.
Gissendaner prefirió no pactar y se sometió a juicio, en el que fue condenada a muerte.
Mediación del Papa
Antes de la ejecución hubo varias tentativas para lograr clemencia para Gissendaner.
La más llamativa fue la intervención del papa Francisco a través de su representante diplomático en Estados Unidos, el arzobispo Carlo Maria Vigano.
Vigano envió el martes una carta a la comisión de perdones y libertad condicional de Georgia en la que escribió que, si bien no pretendía minimizar la gravedad del crimen, imploraba la conmutación de la pena de muerte «por una sentencia que refleje mejor los valores de justicia y piedad».
Vigano citó el vibrante discurso del Papa de la semana pasada ante ambas cámaras del Congreso de EE.UU. en el que Francisco pidió la abolición de la pena de muerte.
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Denegación de clemencia
Sin embargo, la mediación del Papa no hizo que las autoridades decidieran perdonarle la vida a Gissendaner.
Así como tampoco sirvieron los llamados de clemencia realizados por su familia y equipo de abogados.
Antes de la ejecución, hubo una actividad frenética para intentar salvarle la vida a Gissendaner.
En la mañana del martes, la comisión de perdones y libertad condicional del estado de Georgia, que había accedido a reconsiderar su posición, estudió de nuevo el caso.
Los abogados de Gissendaner subrayaron que su defendida experimentó una transformación espiritual en la cárcel y que fue una reclusa modelo que mostró arrepentimiento y ofreció esperanza a otros presos en sus batallas personales.
La petición de clemencia incluía testimonios de varias mujeres adolescentes encarceladas que dijeron que Gissendaner las guio cuando pasaron por momentos en los que se sintieron asustadas, perdidas o a punto de perder la esperanza.
Las opciones de la comisión eran: ratificar su primera negativa de clemencia del pasado febrero, establecer un período de hasta 90 días para analizar mejor la información, o conceder clemencia y conmutar la sentencia.
Finalmente, el organismo rechazó conceder la conmutación de la pena.
La comisión, que es la única entidad de Georgia autorizada para conmutar una sentencia de muerte, no dio una razón para justificar su negativa, simplemente declaró que había considerado con cuidado la petición de reevaluación del caso.
Posteriormente, la Corte Suprema de Estados Unidos rechazó hasta tres apelaciones para suspender la ejecución y la Corte Suprema estatal de Georgia tomó la misma decisión.
Ejecuciones canceladas
Esta era la tercera fecha de ejecución para Gissendaner.
La primera fue el pasado 25 de febrero pero hubo que cancelar la ejecución por una tormenta de nieve.
Se reprogramó la muerte para el 2 de marzo, pero funcionarios de prisiones volvieron a posponerla «por precaución» porque la sustancia letal parecía «turbia».
En el transcurso de estos meses, el hijo mayor de la condenada se unió a las peticiones de clemencia de sus hermanas, que ya habían pedido a la comisión de perdones que no ejecutaran a su madre, para no tener que lamentar la pérdida de sus dos progenitores.
En el otro extremo, la familia de la víctima señaló el lunes en un comunicado que Douglas fue la víctima y que Kelly Gissendaner recibió una sentencia adecuada.
«Ella no tuvo piedad con él, no le dio derechos ni elección, ni la oportunidad de vivir su vida”, expresó la familia.
fuente.bbc