En Argentina el 26,4% de los niños y adolescentes tienen sobrepeso u obesidad, mientras que en México estos problemas afectan a entre el 10% y 20% de los niños y a entre el 30% y 40% de los adolescentes.
Los jóvenes obesos tienen muchas posibilidades de convertirse en adultos obesos, y esta patología los predispone a múltiples problemas de salud como la artritis, algunos tipos cáncer, las enfermedades cardíacas, los accidentes cerebrovasculares y la depresión.
Leslie Lytle, la autora principal, trabajó con 723 adolescentes con una edad promedio de 14,7 años. Al comenzar la investigación midió su índice de masa corporal (un valor que relaciona la altura con el peso) y el porcentaje de grasa corporal.
A su vez, en tres momentos diferentes los voluntarios comentaron qué habían comido y bebido el día anterior. De esta forma los investigadores calcularon su consumo promedio de calorías. Por otro lado, cada participante usó durante siete días un acelerómetro, que es un dispositivo que mide el movimiento en tres planos diferentes. Gracias a este artefacto Lytle pudo saber cuánta actividad física realizaban.
Los autores indagaron especialmente a fondo en los hábitos de sueño de cada voluntario, para averiguar cuántas horas dormía cada uno y cuan profundo era el descanso. Lytle sostuvo que los jóvenes que dormían menos tiempo tendían a tener un índice de masa corporal más elevado, es decir que tenían más posibilidades de sufrir de sobrepeso y obesidad. En el caso de las chicas, sin embargo, solo un menor tiempo de sueño en los fines de semana se asoció a un peso mayor.
El sueño se reconoce desde hace mucho como un factor importante para la salud. Recién estamos comenzando a comprender su relación con el sobrepeso y la obesidad en los niños y en los adultos, concluyó Lytle.