En su primera aparición este año en la Philippe Chatrier, y un día después de cumplir 24 años, Djokovic manejó el partido a su antojo ganando los dos primeros sets en solo 56 minutos ante De Bakker, excampeón del mundo júnior en 2006, y que esta semana figura en el puesto 71 del mundo.
La diferencia entre uno y otro quedó clara desde el inicio, con Djokovic trabajando el punto con soltura, soltando bombas desde el fondo de la pista desde donde desplegó toda su confianza. Muy diferente su gesto, serio, y concentrado, al de la jornada del sábado cuando se atrevió a pinchar discos en la central con el DJ Ali Fitzgerald, el de Belgrado solo cometió 19 errores no forzados, por 34 de su rival, no cedió ni una sola vez su saque y ganó el encuentro en una hora y 32 minutos.
A diferencia del serbio, De Bakker solo ha ganado tres partidos este año, y uno solo en tierra, contra el español Juan Carlos Ferrero en la primera ronda del Masters 1.000 de Madrid. Djokovic ha cimentado su poderío con 38 esta temporada, 40 desde que perdió contra Roger Federer en las semifinales de la Copa Masters en diciembre pasado, y acumula siete títulos en su cosecha, con dos de ellos sobre tierra batida: Madrid y Roma, venciendo al rey de esta superficie: Rafael Nadal.
Una nueva victoria (se enfrenta ahora contra el ganador del encuentro entre el francés Benoit Paire y el rumano Victor Hanescu) le igualaría con Federer y el sueco Bjorn Borg, en la quinta mejor racha de partidos ganados de la historia, situándose entonces a solo cinco del argentino Guillermo Vilas, el hombre récord, al que podría igualar incluso si gana el torneo.
En su doble objetivo, ganar por primera vez Roland Garros y convertirse en nuevo número uno del mundo (si llega a la final lo lograría, independientemente del resultado en ese partido), Djokovic ha dejado ya impresa su marca.