En diciembre de 2010 se unificó la tasa cambiaria, lo que implicó un ajuste de 2,60 a 4,30 bolívares por dólar, y un impacto directo en los costos de importación de rubros básicos como alimentos y medicinas.
En su momento el Gobierno desestimó los efectos que tendría la medida en los precios, sin embargo desde entonces ha autorizado un ajuste de más de 30% en cinco rubros básicos, como lo son el pan, la pasta, el aceite, la leche en polvo y el azúcar. A esto se suma el aumento en el costo del transporte y ya se han anunciado más incrementos para los próximos meses.
En enero el presidente Chávez dijo, al referirse a la unificación de la tasa de cambio, que «¿eso va a disparar la inflación?, estamos seguros que no, de todos modos, anuncio que estamos ya trabajando, programas especiales y masivos de producción, distribución de alimentos por parte del Estado, de las comunidades, también llamamos al sector privado».
Para el mercado estaba claro que la medida obligaría a hacer ajustes de precios y el propio ministro de Planificación y Finanzas, Jorge Giordani, aseguró que estaban analizando cuándo hacerlos y a qué productos se aplicarían, «porque cuando se realizó el ajuste (de precios) en abril de 2010 la inflación subió 5,2%».
Efectivamente en 2010 el Gobierno devaluó en el mes de enero y en marzo hizo un ajuste de precios que se reflejó en la inflación de alimentos de abril, la cual llegó a 11,1%.
Este año cambió la táctica y ha hecho ajustes de forma graneada, logrando que el índice de inflación no superara el 1,7% entre los meses de febrero, marzo y abril.
Sin embargo, en mayo el Índice Nacional de Precios al Consumidor dio un salto hasta 2,5%, influenciado sobretodo por el incremento del precio del pasaje del transporte público.
A diferencia del discurso oficial que insiste en la tendencia a la baja en la inflación, economistas consideran que el aumento de los precios será una constante en el resto del año pues persisten distorsiones en la economía que impiden el incremento de la oferta en el mercado.
Los números del día a día
Los aumentos seguirán llegando. El pasaje del servicio de Metro subió 100% en junio y tendrá otro ajuste en diciembre, mientras que la tarifa del transporte público volverá a subir 25% en septiembre de este año.
Para agosto está previsto que subirá más de 30%, en promedio, el precio del maíz, el arroz y el sorgo a nivel de productor, mientras que se esperan ajustes urgentes en carne, leche líquida o café.
Datos oficiales demuestran cómo esta realidad está impactando en el bolsillo de la población. La caída del poder de compra de los venezolanos fue de 8,2% en el primer trimestre de 2011, según el índice de remuneraciones del Banco Central de Venezuela.
El Instituto Nacional de Estadística señala que el costo de la canasta alimentaria para abril era de 1.458 bolívares, 51 bolívares más que el valor al que llegó el salario mínimo con el ajuste de mayo.
Aunque el Gobierno ha insistido en que las redes de distribución de alimentos como Mercal, Pdval o Abastos Bicentenario son una alternativa para la población, las cifras oficiales muestran que el ahorro es sólo de 3%.
Presión internacional
Hasta ahora los ajustes en materia de alimentos se han centrado en los productos cuya materia prima es principalmente importada, mientras que los agricultores nacionales siguen aguardando aumentos que les permitan compensar los efectos del alza en los costos.
La caída de la producción nacional ha obligado al Gobierno a recurrir a los mercados internacionales donde la presión inflacionaria ha sido alta.
El Índice de los Precios de los Alimentos que elabora la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO) aumentó 36% entre abril de 2010 e igual lapso de este año.
El indicador mide el comportamiento de cinco rubros básicos y demuestra, por ejemplo, que en el caso de los cereales los precios han aumentado 71% en un año, mientras que el azúcar ha subido 87,6%.
Mientras persista el alza en los mercados internacionales, continuará la presión en la economía local, pues depende cada vez más de las compras en el exterior.
Algunos economistas aseguran que la única salida es recurrir al subsidio de las importaciones.