“Raúl va poco a poco, pero con buen paso. Con la venta de las casas y de carros (autos) mucha gente va a poder hacer un dinerito y dedicarlo, por ejemplo, a negocios”, declaró a la AFP Julio González, maletero de 37 años que trabaja en el Centro Histórico de La Habana.
Tras escuchar por televisión el cierre del Congreso, González recordó que desde que Raúl llegó al gobierno en julio de 2006 cuando enfermó su hermano Fidel, eliminó “prohibiciones absurdas”, como las que impedían a los cubanos hospedarse en hoteles, rentar autos o comprobar equipos electrodomésticos.
Cerca de 90% de los cubanos son dueños de sus viviendas, no pagan impuestos por ellas o abonan bajos alquileres, pero no pueden venderlas y sólo permutarlas (cambiarlas), en un negocio que ilícitamente implica miles de dólares.
La alegría es contenida, el Gobierno y Parlamento deben aún dar forma legal a esos acuerdos, lo que dispara las suspicacias de muchos: en Cuba nada “es fácil”, dicen.
Sólo pueden comprar autos si les son otorgados por el gobierno, y en casos excepcionales con un permiso especial, como ocurre con los músicos que viajan al exterior y ganan altas sumas de dinero.
Libremente sólo se pueden adquirir los viejos coches norteamericanos “almendrones”, fabricados antes del triunfo de la revolución de Fidel Castro, en 1959.
“Ahora mismo conozco mucha gente que se va a poner muy feliz con esto, porque desde hace años tienen el dinero para comprarse una cosa o la otra”, comentó Freddy Muguercia, un taxista de 40 años, que conduce un “almendrón”, rehabilitado con motor del antiguo bloque soviético.
Con la compraventa de casas el Gobierno busca enfrentar persistente déficit de más de cientos de miles de viviendas en Cuba -11,2 millones de habitantes-, agudizado en 2008 por el paso de tres huracanes que en pocos días destruyeron o dañaron medio millón de casas.
El Gobierno autorizó en abril de 2010 a la población a levantar sus casas con sus esfuerzos y recursos, pero también eliminó los subsidios a los materiales de construcción, lo que hace muy difícil que los cubanos, con un salario promedio de 20 dólares, puedan hacerlo.
El cónclave comunista dio el visto bueno a otras dos propuestas del Gobierno: la entrega de créditos bancarios a trabajadores privados, campesinos y población en general -incluso para construir casas-, y la ampliación de los límites de tierras ociosas a otorgar en usufructo a los agricultores con buenos resultados.
“Para un cuentrapropista (trabajadores privados) que empieza, es muy oportuno disponer de créditos. Eso es salud para el negocio”, dijo Miriam Blanco, una vendedora ambulante de pasteles, de 51 años.
Con esos créditos bancarios también se beneficiarían buena parte de los más de 128.000 cubanos que, desde septiembre de 2008, recibieron 1,18 millones de hectáreas de tierras en usufructo, pero enfrentan la falta de medios de trabajo y otros insumos para ponerlas a producir.
“Si el congreso lo aprobó, eso viene que se mata” (muy rápido)”, dijo Blanco, que como todos los cubanos, saben que los acuerdos del PCC son una especie de ley sin texto en Cuba, al menos, mientras gobernó Fidel Castro.