“El ICM y su sistema de instituciones han adoptado medidas que van desde la descalificación profesional de aquellos que violen la ética en sus presentaciones hasta la aplicación de severas sanciones a quienes, desde las instituciones, propicien o permitan estas prácticas”, declaróOrlando Vistel, presidente del ICM.
Se trata de “textos agresivos, sexualmente explícitos, obscenos, que tergiversan la sensualidad consustancial a la mujer cubana, proyectándola como grotescos objetos sexuales en un entorno gestual aún más grotesco”, expresó el presidente del organismo cubano.
Asimismo, indicó que las autoridades cubanas vienen preparando una ley que busca regir los usos públicos de la música, “en un espectro que cubra los medios de difusión, las programaciones recreativas, las fiestas populares y la ambientación sonora de lugares públicos”.
“No se trata exclusivamente del reggaetón”, dijo Vistel a Granma, agregando que “expresiones vulgares, banales y mediocres se registran en otras prácticas musicales (…). Pero no es menos cierto que en el reggaetón esto es mucho más notorio”.
“Obviamente, cada quien es libre de escuchar en su privacidad la música que desee, pero esa libertad no incluye el derecho de reproducirla y difundirla en restaurantes y cafeterías estatales o particulares, ómnibus para el transporte de pasajeros y espacios públicos en general”, dijo.
En noviembre de 2011, las autoridades culturales pidieron a los medios que difundieran “a muy bajo perfil” un reggaetón de moda entre los adolescentes de la isla, el Chupi-Chupi de Osmani García, que fue calificado como “horrible” y expresión de “chabacanería” por Vistel.