Según reseño Infobae.com, por el contrario, cuando dos adultos mayores deciden unirse, son muchas las voces que lo consideran innecesario y que señalan que, a esa altura, es absurdo asumir un compromiso de tal magnitud.
Parece ser que los dos extremos de la vida adulta -la juventud y la ancianidad- no son los “correctos” para emprender el camino de una unión amorosa. Pero, ¿existe un momento ideal para casarse? ¿Puede la racionalidad o la costumbre social decidir cuándo se formaliza el amor?
“En cada edad -y en cada persona- hay un deseo diferente que se despliega al intentar formar una pareja y todas las motivaciones son válidas: el deseo de hijos sí se da en los años jóvenes. Pero también hay otras razones”, señaló a Infobae América la psicoanalista didacta Graciela Faiman, de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
“Hay quien quiere casarse para alcanzar un estatus social o económico más elevado o quienes siendo muy mayores desean ‘rejuvenecer’ al lado de una persona mucho menor”, ejemplificó.
Rosalía Álvarez, psicoanalista especializada en pareja y familia, explicó que si bien su disciplina no posee una postura sobre una edad ideal sí existen factores relevantes al momento de contraer matrimonio.
“El sentimiento que una a la pareja, el buen nivel de comunicación en el más amplio de los sentidos -de diálogo y sexualidad- son cuestiones que tener en cuenta”, afirmó. “Por supuesto esto suele darse más fácilmente en personas con cierta madurez, cercanas a los 30, pero cada caso es distinto”, agregó.
El especialista en psiquiatría Carlos Antar aseguró que existe una diferencia en la motivación del casamiento según el rango etario. “En la juventud hay más romanticismo y una visión idealizada del otro. En la gente más grande, pesa más la necesidad de una compañía”, sostuvo, aunque aclaró que esas son sólo generalidades y que cada pareja es un mundo.
Por su parte, la socióloga Rosa Bellizi indicó a Infobae América que el matrimonio está siendo reemplazado en todo el mundo por la convivencia. No obstante, destacó otros fenómenos que retardan la decisión de contraer matrimonio.
A nivel social, ubicó la prolongación de la adolescencia. “Hoy los jóvenes permanecen más años en la casa paterna y eso afecta el proceso de madurez, que es el que permite tomar decisiones propias”, remarcó.
En el ámbito económico, en un mundo en crisis, muchas parejas postergan tanto la convivencia como el enlace por el gasto que implica. Deben alquilar o comprar una vivienda y equiparla.
“A esto hay que sumarle que se perdió la conducta del esfuerzo, sobre todo porque se ven cada vez más casos de riqueza fugaz, por ejemplo con gente que se hace famosa en los medios”, agregó Bellizi.
La regla, entonces, parece ser la peculiaridad de cada pareja. Y ante esa realidad, las particularidades de cada uno son determinantes. Por eso, la licenciada Álvarez aconseja “encontrarse primero a sí mismo”.
“Estudiar una carrera, encontrar algún trabajo gratificante, lograr la realización personal es importante para desear que un otro me acompañe en el camino de la vida”, consideró.
“Decidir casarse requiere, además, una cuota de generosidad muy importante”, opinó Bellizi. “Porque implica un compromiso de alguna forma de permanencia”, subrayó.