A bordo, casi 4.500 pasajeros y tripulantes del Carnival Splendor no veían el momento de bajar a tierra luego de tres días de vivir con comida racionada, sanitarios olorosos y en camarotes a oscuras, destacó AP.
Una vez anclado el crucero, los pasajeros todavía tardarán varias horas en desembarcar.
Casi todo lo que requiere de electricidad quedó inoperable por un incendio en el cuarto de máquinas de la embarcación el lunes. No había aire acondicionado, ni comida caliente, ni agua caliente, ni casino. La piscina era inutilizable porque no se podía bombear cloro.
Las filas para recibir comida fría se extendían por horas. Los pasajeros subsistían con jamón, galletitas y cangrejo enlatado, enviados a la nave en helicópteros de la Armada estadounidense.
«Estamos comiendo sándwiches de pavo en descomposición y leche tibia y yogurt tibio», dijo jueves el pasajero Joey Noriega al programa Good Morning America de la cadena ABC. «Todo huele como si estuviera echado a perder… Nada está cocido… Te da miedo comerlo porque no está refrigerado y todo el mundo lo ha tocado», agregó.
Los baños están a oscuras y los inodoros no descargan, dijo la pasajera Valerie Ojeda al noticiero Good Morning America.
Los bares del barco ofrecieron bebidas gratis y el ánimo comenzó a mejorar conforme el crucero se aproximaba a la costa.
El director del crucero John Heald dijo en comentarios publicados en un blog del sitio web de Carnival Lines que la gente a bordo «se ha portado a la altura de los desafíos obvios y condiciones difíciles a bordo».
«Obviamente ha sido un desafío, pero déjenme decirles los hechos más importantes y estos son que el barco está fuera de peligro, los pasajeros están seguros y nadie salió lesionado», señaló.
El Splendor zarpó el domingo de Long Beach, en California, en un crucero de siete días por la Riviera mexicana. La embarcación estaba a unos 322 kilómetros (200 millas) al sur de San Diego y a unos 71 kilómetros (44 millas) de la costa cuando el incendio en el cuarto de máquinas dejó a la nave a la deriva.