La joven comenzó a sentir los dolores de parto y su madre salió a la calle a buscar un taxi que las llevara hasta el Hospital de Santa Bárbara, en el Zulia, preocupada no sólo porque el centro asistencial no tiene ambulancias, sino que además carece de médicos después de la una de la tarde.
Llegaron a tiempo a la sala de emergencias, pero allí les dijeron que no tenía capacidad para atenderla pese a que el embarazo presentaba complicaciones. En otro taxi, se dirigieron al hospital de El Vigía, en el estado Mérida, donde tampoco la asistieron. Al final, terminó dando a luz en el Hospital Universitario de Los Andes, en la ciudad de Mérida, después de un recorrido de casi 200 kilómetros de dolores y angustias.
Situaciones como esa se han vuelto comunes en Venezuela, donde las mujeres embarazadas en ocasiones se ven obligadas a visitar hasta cinco hospitales para encontrar uno que las atienda, en medio de un colapso generalizado de la economía y de las instituciones públicas del país.
Y es una situación que amenaza con tornarse mucho peor, de acuerdo con la organización no gubernamental Crisis Group, que alertó en un informe que la nación sudamericana se encamina a una crisis humanitaria ante la implosión del modelo económico aplicado por el chavismo.
“La pronunciada caída de los salarios reales, la generalizada escasez de alimentos esenciales, medicinas y otros productos de primera necesidad, así como el colapso de los servicios médicos son los elementos de una venidera crisis social”, advirtió la ONG en su informe “Venezuela: Un desastre evitable”.
Uno de las consecuencias más preocupante de la crisis venezolana es el pronunciado deterioro de la atención médica en Venezuela.
“El gobierno venezolano está fracasando en garantizar niveles mínimos aceptables de atención médica a la población, como es requerido en la Constitución y de acuerdo con los estándares internacionales”, dijo el informe.
De hecho, la escasez de divisas está afectando directamente la calidad de la atención médica en Venezuela, ya que la mayoría de los medicamentos vendidos en el país son importados o contienen componentes que provienen del exterior.
Ya para el 2013, las farmacéuticas estaban registrando una caída de 34 por ciento en la cantidad de dólares que recibían para las importaciones frente a los niveles del 2011, y la situación es mucho peor en el 2015, tras la abrupta caída de los precios del petróleo.
Para miles de pacientes venezolanos de enfermedades como el cáncer y el sida, o dolencias crónicas como la diabetes y la hipertensión, la carencia de medicamentos se traduce en una condena de muerte.
El colapso económico también está generando el riesgo de que millones de venezolanos pasen hambre, tras la destrucción del sector agrícola y agroindustrial del país, y ahora que el régimen carece de las divisas necesarias para importar suficientes alimentos.
El informe enfatizó que aún cuando Venezuela actualmente no enfrenta una hambruna, “las mejoras en materia de pobreza y nutrición que se lograron entre 2003 y 2012 se han desgastado casi por completo y el bienestar de la población se está deteriorando drásticamente”.
Según la agrupación, una tragedia en Venezuela es evitable si el régimen desmantela el sistema de control de cambios y sale en busca de un consenso nacional como preámbulo al lanzamiento de un programa de emergencia nacional que permita restaurar el equilibrio económico, suministrando al mismo tiempo protección a los sectores más vulnerables.
Eso solo podría alcanzarse mediante un diálogo honesto entre el gobierno y la oposición, en aras de concertar acciones que permitan garantizar el suministro básico a los más necesitados, dijo.