Aves como las garzas, loros y guacamayas se posan en los árboles y comen frutos y hojas que quedan contaminados con los residuos químicos de las bombas.
El olor a lacrimógenas en Caracas pega de día, de tarde y de noche. Ciudadanos resienten sus efectos en ojos, nariz y garganta, pero no son los únicos que sufren las consecuencias: la fauna y flora urbana también son vulnerables a los gases.
María de Lourdes González, bióloga y profesora de la Universidad Simón Bolívar, explicó que los efectos negativos de las bombas en humanos se replican en los animales de sangre caliente que habitan en la ciudad e incluso pueden evidenciarse más rápidamente porque estos seres vivos son más pequeños.
González recordó que el polvillo ácido de las lacrimógenas se esparce a través del viento hasta en un radio de un kilómetro y se adhiere de forma residual sobre la vegetación y tarda días en desaparecer. Garzas, loros, guacamayas e incluso perezas son algunas de las especies que se posan sobre los árboles y se alimentan de frutos, semillas y hojas.
“Sobre los árboles quedan esos restos de óxido nitrógeno y ácido clorhídrico que contienen las bombas. Los animales tienen distintos niveles de sensibilidad como los humanos, pero algunos se morirán. Dependerá de la frecuencia de exposición”, dijo. “La manera en que vamos a percatarnos de esa afectación es que se observarán menos especies”, agregó.
La profesora, que también coordina el Programa de Seguimiento de Guacamayas, Loros, Pericos y Periquitos en Caracas, indicó que actualmente realiza una encuesta en línea para monitorear cómo están siendo afectadas estas poblaciones. La encuesta está disponible en la página en Facebook de “Biología y Conservación de los Psitácidos en Venezuela”
“Hasta ahora 50 personas han respondido el cuestionario. El 40% piensa que no hay ningún efecto, eso es peligroso porque demuestra que hay un desconocimiento de la gente sobre el impacto que tienen estos gases los seres vivos”, señaló.
González indicó que, afortunadamente, el inicio de las lluvias ayudará a limpiar los residuos de las bombas. La vida de la vegetación también puede ser perjudicada por los compuestos químicos, pero el proceso suele ser mucho más lento.
La bióloga criticó que haya personas que comprometan árboles para realizar barricadas. “No estoy en contra de la protesta, pero condeno que se destruya la ciudad. El árbol que puede crecer más rápido tardará 10 años, un jabillo por ejemplo necesitará de 30 años para ser un árbol adulto. La ausencia de estas especies afectará además elementos como la temperatura”, expresó.
Deudas ambientales. González participó el martes pasado en el foro “Venezuela en crisis ¿y el impacto ambiental qué?” que organizaron investigadores de los proyectos UCV Campus Sustentable y ¿Con quién compartes la UCV? junto al Posgrado de Arquitectura Paisajista y el Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción, adscrito a la Facultad de Arquitectura de la UCV.
En el evento un panel de expertos realizó un diagnóstico general sobre la deuda del Estado en la materia, incluido el incumplimiento de convenios internacionales suscritos, la falta de gobernabilidad en los distintos niveles de gobierno y fallas en la formación ciudadana para adquirir consciencia ambiental.