Anemia, estreñimiento crónico, piel deshidratada, pérdida de cabello, desaparición de la menstruación en las mujeres, arritmias que pueden llevar a un paro cardiaco o baja presión arterial. Estas son solo algunas de las consecuencias que tiene para la salud la anorexia, una enfermedad muy relacionada con trastornos psicológicos importantes que causan cambios de comportamiento, de la conducta emocional y una estigmatización del cuerpo.
A todo ello se añade la malnutrición, que puede derivar a su vez en múltiples problemas. Sergio Caja, doctor en biología molecular del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) en Madrid, formado en Nutrición y Gestión Científica por el Instituto de Empresa, explica algunas de las consecuencias de esta malnutrición.
Defectos en el hueso
“Las personas con anorexia tienen un problema con su masa mineral ósea, siendo este uno de los problemas más importantes asociados a esta condición”, afirma el experto. En general, en los casos menos graves, pueden padecer osteopenia (fragilidad del hueso que no es osteoporosis) y, en los más graves, osteoporosis.
Caja continúa explicando que el tratamiento de estos problemas óseos es bastante complejo, ya que no suelen responder bien a los tratamientos habituales. “La mejor estrategia es favorecer la menstruación en el caso de las mujeres, puesto que los defectos hormonales se asocian al deterioro del hueso. También la reincorporación de una dieta normal lo antes posible”.
Incluso cuando las personas con anorexia se han recuperado y se ajustan a una dieta saludable, se ha observado que pueden padecer osteopenia y, por eso, Caja apuesta por el consumo de alimentos adecuados para la salud del hueso, no solo durante la recuperación sino posteriormente.
“Hay que incorporar alimentos que aporten buenas dosis de los minerales, como calcio, fósforo y magnesio. Uno de ellos es el sésamo, que tiene unos 783 miligramos de calcio por cada 100 gramos y, por tanto, aporta el 43 por ciento de la dosis diaria recomendada”, aconseja Caja.
Otros alimentos con buen aporte de calcio son las almendras, las coles, el brécol o las judías negras.
Aumento del colesterol
Un segundo problema es el aumento del nivel de colesterol en pacientes con anorexia. Los elevados niveles de LDL provocan la disminución de la vitamina D, lo que favorece la osteopenia.
Caja indica que durante el proceso de recuperación se ha de hacer mucho hincapié en la ingestión de alimentos que favorezcan la regulación de los niveles de colesterol, a la vez que se aportan grasas de calidad que faciliten el incremento del peso corporal. Algunos de estos alimentos son los frutos secos o el aguacate.
“Como la mayoría de alimentos con alto contenido en vitamina D favorecen también aumentos del colesterol, las opciones son algo limitadas, siendo las setas maitake, sitake, portobello y rebozuelo secados al sol unos estupendo aliados. El consumo de unos 17 gramos de estas setas puede aportar la dosis diaria recomendada de vitamina D”, sugiere Caja.
También hay otros alimentos que reducen los niveles de colesterol, como los cereales integrales (especialmente la avena), las legumbres, toda clase de verdura, alimentos ricos en ácidos grasos omega 3 y alimentos ricos en licopenos (tomate seco), o en antocianinas (frambuesas, moras o arándanos).
Reducción de los antioxidantes
Por último, Caja señala que “se ha visto que las personas con anorexia tienen la actividad de losantioxidantes del cuerpo mermada y presentan más riesgo de padecer enfermedades del corazón y patologías crónicas”.
El experto explica que “este fenómeno se revierte según la dieta se va normalizando y el peso corporal va incrementando. Sin embargo, al comienzo de la dieta de recuperación los niveles de antioxidantes son muy deficitarios y un aporte externo es necesario”.
Los antioxidantes que deben incorporarse se encuentran en la sandía, el melón, las zanahorias, la calabaza, las frambuesas y otros frutos silvestres, la soja en grano y las verduras de hoja verde, entre otros.
Por otro lado, “el consumo de ácidos grasos saturados de cadena larga genera una gran cantidad de radicales libres. Por ello, es necesario introducir ácidos grasos de cadena corta, como el aceite de coco, el coco o los frutos secos”.
Fuente: Dmedicina / GP