Una de las posturas más clásicas de los trabajadores a la hora de enfrentar a sus superiores, es asumir lo que se dice sin pedir explicaciones. Sin embargo, el responder afirmativamente a todo lo que se les pide en la empresa se suele acabar con trabajadores sobrecargados, estresados y por ende con bajo rendimiento.
Hay veces en que esa actitud conlleva un incremento en la carga de trabajo y eso de paso se convierte en una baja de la productividad.
Y es que decir “no” parece fácil, pero en la práctica los trabajadores creen que optar por esa respuesta puede hipotecar su futuro en la compañía o por lo menos ser “castigado” por la jefatura restándolo de la toma de decisiones o incluso de otros proyectos.
La verdad es que antes de oponerse a realizar una tarea encomendada por quien manda en el área o en la empresa, hay que tener en cuenta ciertos aspectos.
Confianza personal
Antes de todo, se debe conocer la personalidad del jefe y definir si es una persona autoritaria o de carácter afable, pues si es un tipo poco dado a escuchar otras ideas u opiniones, lo más recomendable es ni siquiera hacer el intento de oponerse a efectuar la labor encomendada.
Sin embargo, para que eso suceda es prudente tener en cuenta y saber explicar cuáles son sus prioridades dentro de la empresa en un tono educado. Para esto, las personas pueden recurrir a frases como “gracias por pensar en mí, pero…” o “agradezco la oportunidad, sin embargo…”
Buena argumentación
También se recomienda no llevar la conversación a otro tipo de descontento, como problemas salariales o falta de reconocimiento, pues aquello puede motivar un tono de voz más irascible y confrontacional que de seguro jugará en contra.
Asimismo, hay que ser claro, lo que se traduce en una buena forma de enfrentar el asunto. La idea es que usando las palabras correctas la plana superior entienda el por qué se rechaza la tarea.
Igualmente, se aconseja analizar los argumentos que se darán para solventar la decisión y fundamentar ésta en hechos. Cualquier vacío puede significar que el jefe crea que la labor no se realiza por simple desinterés y no porque se esté sobrecargado de trabajo.
Durante la conversación hay que asegurarse que no queden temas pendientes, ni guardar opiniones, ya que recurrir a ellos después descontextualizará su postura.