Los dulces son deliciosos, atractivos, irresistibles a nuestro paladar. Parecen perfectos pero no son una buena opción para tener una «relación estable». La clave está en la porción y frecuencia de consumo. Existen técnicas que nos permiten seguir disfrutando de ellos, sin volvernos dulce-dependientes.
Benditos entre todas las mujeres, los dulces son los amantes perfectos para los días previos a la tan esperada «regla», aportan placer y son el «push up emocional» necesario para enfrentar ese tramo en que las hormonas están un poco revueltas. Ideales para esos momentos en que pasamos rápidamente de la postura yogui al enojo, de la carcajada al llanto, del silencio al grito, hasta degustar ese bocadito que tanto nos gusta y nos baja diez mil revoluciones en un abrir y cerrar de boca.
Los dulces son «calorías vacías», energía extra sin aquellos nutrientes que necesitamos para mantener un cuerpo saludable, esto significa que al aumentar la dosis y/o cantidad, además de ganar algunos rollitos, se puede generar una especie de dependencia un poco difícil de frenar.
Cuando se ingiere un alimento rico en azúcar simple, se produce un rápido aumento de glucosa en sangre, desatando un estímulo pancreático para activar a la insulina, hormona necesaria para lograr estabilizar de forma veloz, el azúcar en sangre. A continuación se produce el famoso «bajón de glucemia», responsable del querer seguir consumiendo dulce sin poder parar.
Existen técnicas que nos permiten seguir disfrutando de esos bocaditos que tanto nos gustan, sin volvernos dulce-dependientes. ¿Querés saber cuáles son?
– Combinación:
Elegir aquellas opciones que contengan fibra y/o proteínas, con el fin de disminuir el impacto glucémico que puede ocasionar su consumo. Por ejemplo, frutas deshidratadas como ciruelas, dátiles, orejones, combinados con frutas secas como almendras, nueces, pistachos. Puedes armar un bocadito quitándole el hueso a un dátil e incorporando en su lugar una nuez. Espolvorear con cacao amargo (70% cacao). Otra opción más regional es el famoso postre «Vigilante» o «Martin fierro», la combinación de queso fresco con dulce de batata hace que este último aporte glucosa al torrente sanguíneo, más lentamente, evitando la drástica subida de glucemia. Además, el queso fresco suma un efecto saciante a la preparación.
– Selección:
Preferir aquellas opciones dulces naturales (como frutas deshidratadas o frescas) o preparaciones con baja cantidad de azucares simples, edulcorantes y resaltadores del sabor.Cuanto menos proceso industrial y aditivos contenga el alimento en cuestión, más beneficioso para tu cuerpo y mente será. En este sentido, es mejor si comprás los ingredientes y ¡manos a la obra!
– Lugares de compra:
Preferir los mercados y dietéticas en vez del supermercado o quiosco. En este sentido, si sos un poco fiaca para cocinar y optás por una preparación, lo ideal es comprar la porción justa que vas a ingerir, de este modo evitás tentarte… Ojos que no ven, pancita que no siente.
– Momento del disfrute: Un tip importante es que disfrutes del «antojo», preparando una rica infusión para acompañar o simplemente acondicionando el ambiente en el que vas a degustar la preparación: apagá la tele, desconectate del celu y comé con consciencia.
Cada vez que reprimís un «antojo» por miedo a engordar, estás empeorando tu relación con la comida, potenciando una situación contraria a la que buscás.
Hay que ajustar el lente para tener una mirada positiva hacia aquello que nos va a nutrir, y así poder realizar acertadas elecciones, la clave está en la alimentación del día a día, una comida no va a cambiar un estilo de vida saludable. En cambio, poner a prueba tu fuerza de voluntad ante una restricción alimentaria, no va a lograr otra cosa que frustrarte.
No te castigues y disfrutá de una alimentación saludable y deliciosa, comer rico y sano ¡sí se puede!
Fuente: Rumbos Digital