Los mangos son la alternativa de los estudiantes para nutrirse, mientras permanecen en el campus. Uno de los distribuidores se niega a trabajar con el plato del menú a 350 bolívares.
Dejaron de funcionar los comedores de la Universidad del Zulia (LUZ), el núcleo de Punto Fijo recibirá a sus comensales con el último cargamento de pollo que recibió el fin de semana pasado. Los tres concesionarios que distribuyen insumos a los cafetines del alma máter culminaron hoy el contrato y hasta no recibir la cancelación de la deuda de 2015, no abrirán sus puertas, aseveró Javier Núñez, gerente general de una de las empresas proveedoras.
Ayer, los comedores de Maracaibo no ofrecieron su servicio, porque carecen de alimentos proteicos. Los afectados son los estudiantes y las autoridades ministeriales aún no envían la respuesta del costo sincerado del plato, la cancelación de los retroactivos y la acreditación del beneficio de mayo y junio. El miércoles, los titulares de las industrias abastecedoras enviaron un oficio en el que rechazaron la continuidad del contrato.
“No voy a trabajar con el plato del menú a 350 bolívares”, continuó Núñez. El Ministerio de Educación Universitaria acordó que mientras ellos aporten las carnes del plato, el costo de la bandeja se reducirá a Bs. 350, un monto que no fue debatido con los empresarios, quienes están en desacuerdo.
El mango es el sustituto
Los estudiantes del núcleo técnico de la universidad zuliana optaron por nutrirse con mangos, en vista de que el servicio de los comedores es irregular. Los árboles sembrados a los alrededores del comedor de Ingeniería ya están desprovistos del fruto. Son la única opción de quienes no llevan almuerzo, tienen poco dinero o no les da tiempo de ir a sus hogares a comer, antes de entrar a clases.
Jennifer Molero, estudiante del segundo semestre de Ingeniería Química, contó que cuando el comedor está cerrado, se come entre seis y siete mangos para sustentarse hasta llegar a su casa, en El Moján. La bachiller permanece gran parte del día en la universidad. “Me siento debajo de una mata a comer mangos y a veces me llevo algunos para el viaje de regreso. No sé qué comeré hoy porque ya no quedan mangos. A veces llego a la casa y hago una sola comida”. Sus padres son de escasos recursos y no pueden darle dinero para que compre almuerzo.
Molero agregó que otra opción para proveerse de alimentos es pedir dinero a los transeúntes y a los choferes de los autobuses, que circundan por la zona. Un par de veces, los universitarios solicitaron la colaboración de los cocineros del comedor para que les prepararan comida. El mango adquirió otras denominaciones en el coloquio de los jóvenes, quienes al agarrar la fruta le asignan la nomenclatura de una proteína o de carbohidratos. Es el único sustituto alimenticio que pueden adquirir, sin importar los nutrientes que aporte en una dieta balanceada.
No asistir a clases es una opción para Yormeli Bravo, estudiante del quinto semestre de Ingeniería Química. En ocasiones, el hambre en horas de almuerzo, “gana la partida” y ella se retira a su residencia en San Francisco. Bravo indicó que ninguno de sus amigos lleva comida, por lo que cinco mangos le satisfacen su necesidad nutritiva. Cuando tiene dinero, compra golosinas para “calmar el apetito”.
Hay otros estudiantes que comparten sus almuerzos con algunos compañeros, como es el caso de David Valbuena, quien reside en San Francisco y diariamente lleva su ingesta en el morral, pero no vacila en repartirlo, pues sabe que en su hogar encontrará alimentos. “Algunos muchachos me cuentan que solo van a clases para almorzar en el comedor, porque en sus casas no hay comida”.
En Maracaibo
1.200 almuerzos se sirven el comedor de Ingeniería
4200 almuerzos se entregan regularmente en el comedor central.
fuente.laverdad