Quienes me conocen saben que soy fanático del optimismo pero con los pies en la tierra. Sin embargo, han pasado y están pasando cosas tan graves en Venezuela, que hay que tener no sé qué para tratar de que esta locura comunista fascista no nos toque. Me niego a ser un monigote mudo, castrado y pateado por dementes que se empeñan en destruir a los venezolanos y a nuestro país.
No hay forma de describir las penurias y vejámenes por las que estamos atravesando. Pareciera que la mente enferma de estos psicópatas no tuviera límite al idear maldades elucubradas, seguramente, por la perversa mente del diablo. Son tantas y tan seguidas, que no nos hemos recuperado de una cuando ya estamos recibiendo la otra.
Este diciembre, el gobierno ha sido pródigo en fechorías horribles y detestables: en el Hospital de los Magallanes de Catia, el doctor Gonzalo Müller, ginecobstetra, fue vejado por recibir un donativo de insumos médicos. Müller es un médico abnegado y prestigioso, profesor jubilado de la UCV, con más de 40 años ejerciendo en el hospital de Catia. Actualmente trabaja ad honorem en la misma sede, en donde salva la vida de mujeres humildes.
La policía política del régimen cometió la atrocidad de llevarse preso al heroico doctor Müller, quien pasó tres días detenido con la misma bata con la que había operado de emergencia a una paciente. El doctor, a pesar del peligro que representaba salir de madrugada por culpa de la delincuencia, no dudó en atenderla. Con el abnegado médico, por salir en su defensa, también fue detenido José Luis Spitia, dirigente obrero.
¿Cómo es posible que frente a tan abominable ignominia el país siga como si nada? El doctor Gonzalo Müller, ante los ojos de muchos, se ha convertido en una especie de José Gregorio Hernández arrollado no por un carro, sino por un gobierno nazi.
¿Qué está pasando? ¿Hasta cuándo nos seguiremos calando esta vaina?
Hoy, por la locura de recoger abruptamente, y en sólo tres días, el billete de máxima denominación sin tener en circulación otro que lo sustituya, los venezolanos no tenemos moneda de curso legal para pagar un café, comprar el periódico o echar gasolina.
Amigos de la MUD, ¡los he defendido que jode y seguiré haciéndolo!, pero hoy me siento totalmente desguarnecido por ustedes. Declárense en emergencia.
¡Coño! ¡Hagan algo! La gente está esperando una luz.
¿Qué más tiene que pasar? Hagan lo que sea, ¡pero ya!, porque después de todo, ya no tenemos más nada que perder.