«Cédula del buen vivir» divide a venezolanos


cedula«Cédula del buen vivir», «libreta de racionamiento», o simple tarjeta de crédito. En Venezuela, los planes para crear un mecanismo para compras en establecimientos del gobierno no ha dejado de generar polémica, por las más diversas razones.

Según reiteró este domingo el presidente Hugo Chávez, la tarjeta o «cédula» será entregada en los próximos días. El viernes presentó dos modelos, mientras que desestimó las críticas de los «escuálidos» (simpatizantes de la oposición).

«Llegó el buen vivir (…) y va a empezar a rodar por todo el país para hacer la guerra al consumismo», dijo.

Mientras, en las calles de la capital, Caracas, las opiniones son mixtas.

«Todo lo que ayude a estirar el sueldo, sea bienvenido», le dijo a BBC Mundo un caballero a las puertas de un supermercado del este de la ciudad.

«Yo escuché que eso era como un crédito. No, chico, ¿te vas a endeudar para comprar comida?», señaló otra señora, que salía con unos pocos productos.

Comida, electrodomésticos y viajes

Todo empezó la semana pasada, cuando Chávez anunció el lanzamiento de lo que bautizó la «cédula del buen vivir». Sin ahondar en explicaciones, señaló que sería utilizada para el «consumo necesario».

Esto dio pie a una reacción inmediata: la «cédula» será la versión local de la tarjeta de racionamiento, que sólo permitirá a los usuarios adquirir ciertos productos.

Otros lo vieron como una reedición de la «tarjeta Mi Negra», una propuesta lanzada en 2006 por el candidato opositor Manuel Rosales para distribuir directamente recursos entre los desempleados y más necesitados.

Pero el ministro para la Banca Pública, Humberto Ortega, pareció apuntar en otra dirección cuando señaló que la «cédula» le sería entregada a quienes tuvieran cuenta en el estatizado Banco de Venezuela, con financiamiento a 24 meses.

En esencia, pues, se trataría de una tarjeta de crédito, aunque el presidente dijo no querer llamarla así por su asociación con conceptos capitalistas.

Ortega explicó que, además de víveres, la «cédula» serviría para la compra de electrodomésticos y para pagar viajes de turismo «en todos los establecimientos de Venetur» (hoteles del Estado) y «después se los descuentan por nómina».

Entretanto, el mandatario venezolano insistió en el buen uso de la tarjeta del «buen vivir». «Uno tiene que consumir lo que realmente se necesita no lo que los ricos quieren que consumamos (…) Tenemos que economizar, el socialista tiene que economizar», declaró.

Complemento o ensayo

Pero entre los comentaristas críticos, las explicaciones no han satisfecho las inquietudes.

«Lo fundamental no sería entonces el mecanismo de pagos y transferencia, la tarjeta en sí, sino el racionamiento sistémico que podría administrarse vía el chip de la tarjeta», señaló en un artículo de opinión este lunes el economista Alexander Guerrero.

También el ex director del Banco Central de Venezuela, Domingo Maza Zavala, le dijo a un diario local que «una cosa cosa es una pauta alimentaria por cuestiones de salud y otra cosa es una restricción tanto cualitativa como cuantitativa», en alusión al potencial «racionador» de la cédula.

Otros portavoces, como el analista Asdrúbal Oliveros, han desechado la idea del racionamiento para concentrarse en el hecho de que la tarjeta servirá para financiar algo tan básico como la compra de alimentos, lo que constituiría una admisión por parte del gobierno de que con alta inflación el sueldo no alcanza para lo más básico.

El economista Ronald Balza le dijo a BBC Mundo que las dos versiones no son excluyentes.

No excluyentes

«Ahora es una forma de financiamiento del salario, una vía para completar el ingreso sobre todo de trabajadores de la administración pública y ganarse la simpatía de algunos de cara a las elecciones de septiembre. Pero si la cosa sigue como va, podría ser un mecanismo de racionamiento», señaló.

Para Balza, hay que tomar en cuenta que el gobierno tiene «planes de larga duración» que se proyectan hasta por lo menos 2021, año hasta el que se extendería el mandato de Chávez, según ha manifestado él mismo en varias oportunidades. Esto incluiría un cambio de modelo económico, en el que «la distribución privada de bienes está amenazada, en tanto construyes un sistema de distribución público».

«Ésta puede ser una manera de ensayar una tarjeta de racionamiento, con un grupo determinado y con una tecnología disponible», señaló.

En cuanto a la comparación con la tarjeta «Mi Negra», Balza señaló que parten de visiones muy similares. Sin embargo, dijo, «hay otras maneras de distribuir la renta petrolera, como la salud y la educación».

La tarjeta «Mi Negra» no se definió en su momento como un instrumetno de crédito, sino como un subsidio o beneficio directo.

Fuente: BBC Mundo


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