El entubamiento subterráneo de arroyos de llanura y la fiebre de la construcción indiscriminada de edificios, sumados al cambio climático, son las principales causas de las trágicas inundaciones que azotaron a Buenos Aires y La Plata (63 km al sur), con un saldo de 56 muertos, dijeron expertos.
El fenómeno golpeó particularmente a La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, donde el martes pasó a la historia como el día en el que llovió el doble del promedio de todo el mes de abril, con registros de hasta 300 milímetros en algunas zonas.
“Las inundaciones en Buenos Aires y La Plata tienen orígenes semejantes porque son ciudades que no tuvieron en cuenta a ninguno de los arroyos que existían en el terreno donde se levantaron”, explicó el arquitecto Roberto Livingston.
El también profesor de posgrado en varias universidades de la región, dijo que “para algunos arquitectos los cursos de agua son molestias y suelen entubarlos. Pero a los ríos no les gusta correr dentro de cañerías, como sucede con varios cursos de agua debajo de la capital argentina”.
“El Maldonado fue un río que ha tenido márgenes verdes, que atraviesa Buenos Aires como el Támesis de Londres o el Sena de París, pero muchos porteños desconocen que está bajo sus pies”, señaló el profesional.
Este entubamiento de arroyos de llanura estrecha las posibilidades de escurrimiento de las aguas durante tormentas intensas, a lo que “se suma la impermeabilización por el pavimento, la falta de parques y el crecimiento indiscriminado de la construcción”, añadió.
Las precipitaciones caídas entre el martes y la madrugada del miércoles dejaron 49 víctimas fatales en La Plata y un total de 2.500 evacuados, que bajaron a 1.000 este jueves, mientras que en Buenos Aires seis personas perdieron la vida y centenares debieron abandonar sus hogares, y otras dos fallecieron en su superpoblada periferia.
El ambientalista Osvaldo Guerrica Echevarría apuntó a la construcción de torres en barrios de casas bajas de Buenos Aires como una de las razones del fenómeno.
“La única solución es terminar de construir y, sin embargo, no paran. Todo lo que se hace es acentuar el problema”, señaló el integrante de la Asociación Amigos del Lago del barrio de Palermo en la página web de la entidad.
Sobre el tema, apuntó que “todas las bases de las torres se convierten en impedimientos para que escurran las aguas. Son 20 o 30 metros impermeabilizados hacia abajo. Sobre la costa de Buenos Aires, hay una barrera de torres, que constituye un dique al escurrimiento subterráneo de las aguas” hacia el Río de la Plata.
Desde el lado académico, Matilde Rusticucci, directora del departamento de Ciencias de la atmósfera y los océanos de la Universidad de Buenos Aires, ubica al fenómeno “en el contexto de cambio climático global con un aumento de la intensidad y frecuencia de precipitaciones extremas”.
Para la directora del departamento que concentra los mejores meteorólogos y climatólogos del país, “estos fenómenos vinieron para quedarse y hay que prepararse para enfrentarlos”.
“Hay que establecer un sistema de alertas que comienza con el parte del Sistema Meteorológico y que debe garantizarse que llegue a la población. Por su parte, los vecinos tienen que tener un patrón de respuesta y saber qué hacer y adónde ir”, agregó.
De todos modos, Rusticucci señaló que “hay que tomar medidas estructurales para adecuar las ciudades a este nuevo régimen de lluvias extremas” y recordó que Buenos Aires ya había vivido una situación parecida a fines del año pasado.
La filial local de la organización ecologista Greenpeace llamó a las autoridades “a tomar en serio el cambio climático”.
“El temporal que cobró víctimas humanas y arrasó con los bienes de miles de familias, tiene como causa principal la irresponsabilidad con la que las autoridades han venido tomando el cambio climático”, dijo en un comunicado.
Advirtió que “el marketing ambiental destinado solo a ganar elecciones no sirve” y afirmó que “solo políticas certeras en materia ambiental nos permitirán hacer frente a los nuevos fenómenos extremos a los que nos está sometiendo el cambio climático”.
Consultada sobre la falta de interacción entre los estudiosos del tema y los funcionarios y los políticos, Rusticucci admitió “no existen vasos comunicantes y no hay consultas”.
“Hace unos días, por primera vez, un grupo de legisladores de la Ciudad de Buenos Aires se puso en contacto con nosotros por este tema”, reveló la académica, que dirige al grupo de científicos que más sabe del tema en el país.