El presidente Luiz Inácio Lula da Silva dijo a una reunión de alcaldes de todo el país que el gobierno invertirá 410 millones de reales (227,7 millones de dólares) este año en acciones de prevención al consumo de la droga, tratamiento de usuarios y represión del tráfico del estupefaciente.
“Dado el poder letal del uso de esa droga, no vamos a dejar que una generación de jóvenes brasileños pierdan un futuro promisorio por el crack“, declaró Lula.
Advirtió que el uso del crack ya no está limitado a sectores marginales, como los que viven en la calle, porque los traficantes buscan cada vez más a niños y adolescentes como nuevos consumidores.
El programa elaborado por los ministerios de Salud, Educación y Justicia, prevé la capacitación de personal para atender a los adictos y sus familias para ayudarlos a superar el vicio y reinsertarse e la sociedad.
Asimismo, contempla medidas de seguridad para reprimir el tráfico y mapear las rutas de entrada del crack a Brasil.
Datos de una encuesta de 2005 indican que 0,1% de la población brasileña, actualmente de 193 millones de habitantes, eran consumidores o habían usado crack.
La droga elaborada con residuos del refinado de la cocaína, se distribuye en formas de “piedras”, y su uso ha crecido entre los sectores de menos ingresos de la población por ser de precio bajo y fácil de encontrar.
En las grandes ciudades brasileñas suelen encontrarse áreas marginales pobladas por dependientes del crack, que se prostituyen o roban para poder comprar la droga.