Bomberos de Caracas contaron su historia durante los rescates en Haití

   El equipo de Bomberos del Distrito Capital que regresaron hace dos semanas de Haití, contaron sus experencias a El Nacional de los rescates realizados en dicho país.

Esta es la información que ofrece El Nacional:

El objetivo era uno solo: rescatar a la mayor cantidad de personas con vida en el menor tiempo posible. Con esta labor como encomienda, 10 bomberos del cuerpo del Distrito Capital partieron el miércoles 13 de enero rumbo a Haití, en lo que fue la primera avanzada de ayuda humanitaria venezolana para este país, devastado por un terremoto.

La magnitud de la tragedia era conocida por todos. El sismo de 7,3 en la escala de Richter, ocurrido el martes 12 de enero, había convertido en escombros a Puerto Príncipe, por lo que los venezolanos iban preparados para lo peor.

Sin embargo, la realidad no dejó de impresionarlos, y vivir en persona la desesperación de un pueblo no fue tarea fácil. “Ver a tantos haitianos durmiendo en las aceras y pasando tantas necesidades fue realmente impactante”.

Keldri López es el efectivo más joven del grupo. Tiene 25 años de edad. Relata lo penoso que fue recorrer las calles haitianas.

Ver a tantos haitianos durmiendo en las aceras y pasando tantas necesidades fue realmente impactante”

Para el sargento mayor Orlando Camacho, de 33 años de edad, una imagen se quedó grabada en su memoria. “Los niños caminando solos en las calles, desprotegidos, porque sus familiares perecieron en el terremoto. Fue lo más difícil que presencié”.

Pero el impacto y la impresión inicial no podían paralizarlos. El compromiso llamaba a la acción. Sin tardar, los venezolanos se unieron a los más de 1.700 rescatistas de diversas partes del mundo en las tareas de rastreo y rescate.

El grupo cumplió jornadas de 12 y hasta 24 horas ininterrumpidas, con un tiempo de descanso mínimo, pero la adrenalina y la voluntad aportaron fuerzas para seguir hurgando entre los escombros. La meta seguía latente: encontrar a alguien con vida.

Los días pasaban y el agotamiento comenzaba a sentirse.

“Nos afectó, sobre todo, el agotamiento mental”, apunta Camacho. “Pero la fuerza continuaba. Ayudar al pueblo, estar allí y cumplir con nuestra misión era nuestra inspiración”.

“Pero la fuerza continuaba. Ayudar al pueblo, estar allí y cumplir con nuestra misión era nuestra inspiración”.

No sólo el cansancio fue un obstáculo. El grupo recuerda que en ocasiones se vieron en medio de saqueos y enfrentamientos entre los afectados y la policía. “La balas pasaban a nuestros lados. Teníamos que levantar los cascos para que nos reconocieran”, comenta el sargento Efrén Hernández.

El miedo por la muerte surgió muchas veces.

“Lo más fuerte fue laborar en medio de réplicas. El temor, como el de toda persona, era quedar bajo los escombros por los temblores”, señala Ronald Fernández.

Para dormir levantaron campamentos en la embajada venezolana. La comida, aunque reducida, estaba garantizada.

Ocho días y aún no había pistas de sobrevivientes.

Alegría y frustración. En el penúltimo día de su estancia sucedió el milagro. Entre las ruinas de un local comercial localizaron a un hombre con vida. No había tiempo que perder. Entre todos comenzaron los trabajos de rescate.

“Luego de tantas horas de trabajo, ya casi a punto de sacarlo, sucedió esto”.

Cuatro horas llevaba la faena cuando de repente un desafortunado imprevisto frustró sus planes. Una fuerte réplica de más de 4 grados comenzó a sentirse.

El equipo, por su seguridad, tuvo que suspender la labor y alejarse del lugar, donde aún había estructuras en pie. Pasado el episodio se encontraron con el fatal resultado. La persona que habían encontrado falleció cuando el local terminó de colapsar.

“Frustración y tristeza, ese fue el sentimiento”, explica el teniente Rodríguez Zambrano. “Luego de tantas horas de trabajo, ya casi a punto de sacarlo, sucedió esto”.

Pero el plan debía seguir en marcha y a los pocos minutos, cerca del mismo lugar, algunas voces les dieron la señal: todavía había sobrevivientes.

“La alegría fue inmensa. La mujer nos abrazó y nos intentaba dar las gracias”.

Túneles, huecos y perforaciones hicieron posible llegar hasta otra persona. Esta vez era una mujer. Varias horas transcurrieron, pero finalmente se concretó con éxito el rescate. “La alegría fue inmensa. La mujer nos abrazó y nos intentaba dar las gracias”.

La dicha se multiplicaría más tarde.

En el mismo lugar, otra mujer fue avistada y rescatada con vida. “Fue algo de otro mundo”, comenta el sargento Hernández. Según asegura Zambrano, las dos mujeres eran familia de un venezolano que vivía en la isla.

En la misma área, una tercera mujer fue salvada. Cerca de seis horas duró el rescate, que contó con apoyo de la misión irlandesa. En total fueron 14 horas de trabajo para salvar a las 3 personas. “Luego de todo esto pudimos decir: el objetivo fue cumplido”, resalta Zambrano.

Enseñanzas. El equipo de bomberos regresó a Venezuela hace dos semanas. Una segunda avanzada con otros 10 bomberos capitalinos lo reemplazó en el lugar de la tragedia.

Las enseñanzas son muchas.

El trabajo en equipo, la solidaridad y la fraternidad figuran entre ellas, aunque una reflexión en especial es compartida por varios. “Tenemos que prepararnos más, en caso de que algo así suceda en el país”.

En Haití, la emergencia continúa. Ellos aseguran que todavía queda mucho por hacer. Y aunque ya cumplieron con su parte, su disposición sigue intacta. “Si me pidieran hoy que me devolviera para Haití, lo haría”, repiten sin titubeos.

Por: Elisscart Ramos
Vía El Nacional